Astrid Müller: "El comercio electrónico ofrece al adicto la invisibilidad que busca"

La doctora alemana lidera las investigaciones que advierten del alza de la compra compulsiva

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IMMA FERNÁNDEZ / BARCELONA

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La doctora alemana Astrid Müller lidera a nivel mundial las investigaciones sobre la compra compulsiva,compra compulsiva un trastorno al alza que, considera, debería reconocerse como enfermedad mental y clasificarse como adicción, en la línea de la ludopatía.

-¿Está aumentando significativamente la compra compulsiva? Sí, está creciendo por dos razones: el aumento del comercio ‘online’, pues hay evidencias de que el trastorno de compra presencial está emigrando hacia el mercado electrónico, y los altos valores materialistas en las sociedades consumistas occidentales.

-¿Cuál es su incidencia en la población? Recientes metaanálisis indican una prevalencia estimada del 5% de la población adulta. Pero esos resultados están basados en encuestas, se necesita hacer entrevistas para detectar la tasa real. Hay firmes evidencias de que los jóvenes tienen una mayor tendencia a este trastorno y que afecta a más mujeres que hombres, pero en los grupos de edad más jóvenes no se hallan diferencias entre sexos. 

-¿Cómo podemos reconocer a un enfermo con este trastorno? Los signos típicos son: una extrema preocupación y urgencia por comprar e ir de compras; recurrentes episodios en los que la persona gasta más de lo que puede, a veces endeudándose, causando problemas en la vida familiar y en las relaciones personales, e incluso en algún caso llegando a conductas delictivas, como el fraude. Los episodios de compra compulsiva están inicialmente relacionados a las necesidades de satisfacción emocional o de identidad. Por eso, la mercancía comprada rara vez o nunca es usada; es escondida, olvidada, acumulada o regalada. El problema se caracteriza por fluctuaciones en la severidad, incluso por un proceso crónico que empieza en la adolescencia. Normalmente, los afectados son conscientes de su patología mucho después, lo que contribuye a cronificar el trastorno. 

-¿Qué les lleva a esas conductas? Las motivaciones primarias son la regulación de las emociones: escapar o evitar conflictos sociales, estados de ánimo negativos, y la ilusión de ganar identidad, prestigio, a través de la posesión de cosas materiales. 

-¿Cómo influye internet? Es mucho más rápido y fácil y ofrece muchos productos e informaciones. Poder comprar a cualquier momento y desde cualquier lugar incrementa el riesgo de la adquisición incontrolada. Los afectados prefieren comprar en solitario, de forma inadvertida, escondiendo los productos a los amigos y familiares. El mercado electrónico permite al cliente esa invisibilidad y privacidad. Las alertas de las últimas novedades, la publicidad ‘online’, los chats con otros compradores o vendedores... contribuyen a la adicción. Además, el envío gratuito y las opciones de crédito retrasan las consecuencias del desaforado gasto. Más aún, hay tiendas ‘online’ que permiten el anonimato y regulan durante la navegación la satisfacción de las emociones.

-¿Está asociado a otras condiciones psiquiátricas? Sí, estos pacientes sufren alta comorbilidad psiquiátrica, sobre todo ansiedad, depresión, el trastorno de apetito desenfrenado, adicciones al juego y a sustancias y trastornos de personalidad. 

-¿Cómo prevenir esta adicción? Distribuyendo información sobre el trastorno, empezando por los adolescentes. La gestión del dinero, el consumo adecuado y el uso del comercio ‘online’ deberían ser incluidos en el temario escolar. No hay que ignorar o disimular los síntomas de la compra patológica. Es importante no moralizar o castigar a las personas afectadas, mejor ayudarles a encontrar mejores opciones para tratar con sentimientos negativos, conflictos sociales, aburrimiento... Y recomendarles ir a terapia. La terapia conductual cognitiva, como la de Bellvitge, se ha mostrado efectiva.