ESCÁNDALO DE PEDERASTIA EN LA IGLESIA

Postrado ante el altar

Decúbito prono 8 El arzobispo Francisco Javier Martínez, postrado ante el altar mayor de la catedral de Granada, ayer, junto a otros oficiantes.

Decúbito prono 8 El arzobispo Francisco Javier Martínez, postrado ante el altar mayor de la catedral de Granada, ayer, junto a otros oficiantes.

MAYKA NAVARRO / GRANADA

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Faltaron hostias consagradas para la cantidad de feligreses que acudieron ayer a la misa del mediodía en la catedral de Granada para mostrar su apoyo al arzobispo Francisco Javier Martínez, cuestionado por su tibieza ante el escándalo de abusos sexuales a menores cometidos presuntamente por sacerdotes de su diócesis. Más de 1.000 personas abarrotaron el templo y presenciaron emocionados el gesto del prelado, quien nada más comenzar la ceremonia se postró en tierra durante seis minutos ante el altar mayor para pedir "perdón".

Las disculpas públicas llegaron una semana después de que Granada despertara conmocionada por la noticia de que la policía investigaba a un popular grupo de sacerdotes, reunidos en torno a la figura de Román, el líder, de 60 años, por la denuncia de un hombre que afirma haber sufrido abusos por parte de ellos en su época de monaguillo. Esta víctima, que hoy tiene 24 años y es profesor en un colegio del Opus Dei, señaló a Román y a otros dos sacerdotes como los agresores, y a otros ocho religiosos como encubridores.

El arzobispo de Granada solo apartó a los tres sacerdotes de sus funciones después de ser instado a ello por el Vaticano, pero no ha actuado contra los encubridores.

Más víctimas

Los investigadores trabajan armando el relato del denunciante y buscando a otras posibles víctimas que el profesor citó en su declaración. Ayer por la tarde, la policía tomó declaración a un adolescente que pudo haber sufrido abusos sexuales.

Los feligreses que apoyan a los sacerdotes acusados interpretan el hecho de que aún no se hayan producido detenciones como el aval de su tesis de que todo responde a una "conspiración" contra Román y sus amigos, distanciados desde siempre del arzobispo.

La realidad es otra. El denunciante se refiere a unos hechos de años atrás, que en caso de que fueran abusos y no agresiones ya habrían prescrito. Los investigadores dan una "veracidad total" a la denuncia, pero no quieren precipitarse. "Después de tanto tiempo, ahora no viene de un día ni de dos", indicaron a EL PERIÓDICO fuentes al corriente de las pesquisas. La investigación entra en una semana clave en la que los sospechosos serán citados a comparecer en la comisaría, por donde ya han pasado 15 personas del entorno de los religiosos y del denunciante para declarar.

En cualquier caso, el escándalo está servido y tras el tirón de orejas del papa Francisco, el arzobispo quiso hacer ayer un gesto público de arrepentimiento y solicitud de perdón, asumiendo la parte de responsabilidad que le corresponde por no haberse enterado de lo que pasaba en su diócesis ni haber reaccionado con diligencia cuando lo supo.

Fue una misa larga, de casi dos horas que el prelado llenó de mensajes intencionados y vinculados con el escándalo. "Los males de la Iglesia son los males de cada uno de nosotros", dijo y pidió "un perdón" que ayude y sostenga a todos aquellos que hayan sido "escandalizados" por la "conducta de los pastores". Durante seis minutos, Martínez se mantuvo postrado, cuerpo en tierra, ante el altar mayor, disculpándose por los "escándalos" y la "herida" sufrida.

"Lo que produce escándalo no es el sacerdocio, es que podamos ser malos pastores", agregó y pidió que se cuide bien de aquellas personas que "por nuestro pecado" hayan sido "heridas por cualquier miembro de la Iglesia".

El obispo recordó su visita a un preso por homicidio que tenía la cabeza llena de señales de las patadas que le propinaba su padre cuando era niño. "No hay que juzgar nunca, nunca sabemos qué historia hay detrás de quien obra el mal". Esta semana, los curas denunciados podrán contar a la policía la suya, y también si esconden golpes en la cabeza.