Un avance prenatal

Un aro de silicona insertado en el útero frena los partos prematuros

Elena Carreras (izquierda) y María Goya, ayer en Vall d'Hebron.

Elena Carreras (izquierda) y María Goya, ayer en Vall d'Hebron.

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

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Un aro de silicona de siete centímetros de diámetro, que cuesta 38 euros, ha resultado ser la salvación para cientos de bebés que estuvieron en grave riesgo de nacer de forma prematura, cuyo peso excesivamente bajo constituye la principal causa de enfermedad, fallos en el desarrollo neurológico o muerte en los recién nacidos. El recurso, un antiguo pesario, se introduce, doblado, en el útero de las embarazadas con riesgo de parto prematuro y al desplegarse sujeta en su interior el cuello de la matriz, lo que impedirá la eventual salida de la cabeza del feto que hubiera intentado nacer antes de tiempo. Este sencillo artilugio ha reducido en un 75% el riesgo de parto prematuro de las 380 mujeres que han participado en un estudio clínico coordinado por el Hospital de Vall d'Hebron, de Barcelona.

El resultado, el más elevado alcanzado hasta ahora en los tratamientos dirigidos a reducir los partos prematuros, tiene la virtud de ser muy accesible y fácil de reproducir, explicó Elena Carreras, responsable de la unidad de Medicina Maternofetal de Vall d'Hebron, coordinadora del estudio, que hoy publica la edición digital de la revista científica británica The Lancet. Las mujeres analizadas, atendidas en cinco hospitales españoles entre el 2007 y el 2009, tenían en común un tramo de cuello cervical excesivamente corto, una anomalía morfológica que, está comprobado, es la principal causa de partos permaturos.

NO AGUANTA EL PESO «Cuando el cuello cervical tiene una longitud inferior a los 25 centímetros, como ocurre a estas mujeres, la musculatura del útero no tiene fuerza suficiente para retener el peso del embarazo, y el parto se produce antes de tiempo», explicó Carreras. Esa peculiaridad cervical se puede detectar en la ecografía vaginal que se hace a las embarazadas en la semana 20 de gestación. Para seleccionar a las mujeres que participaron en el estudio de Vall d'Hebron, la ginecóloga María Goya, coautora del trabajo, analizó más de 16.000 ecografías.

Introducir el aro de silicona en el útero de una mujer embarazada exige pericia, y únicamente puede realizarse en un medio hospitalario. El aparato debe insertarse exactamente sobre la apertura del cuello cervical, allí donde el feto colocará su cabeza, o sus pies, en el momento de nacer. La presencia del pesario sobre el cuello uterino -que queda sujeto como un saco de harina atado por una cuerda-, provoca que el feto desplace levemente su cabeza hacia la parte frontal del vientre y deje de presionar sobre la salida.

Cuando las embarazadas participantes en la investigación alcanzaron la semana 37 de gestación, los médicos les extrajeron el aro de goma y las enviaron a casa, con el fin de que evolucionaran de forma espontánea hasta el momento del nacimiento de su hijo. Un 27% de las mujeres que no llevaron pesario -grupo con el que de comparar, exigido en los estudios científicos- sufrieron parto prematuro, frente al 6% de nacimientos antes de tiempo que registró el grupo de gestantes, en riesgo de parto precoz, que se colocaron el aro de silicona. El parto prematuro afecta a un 3% de las gestantes con cuello cervical considerado normal, de 35 a 40 centímetros de longitud.

«Por primera vez, hemos conseguido reducir en un 75% los nacimientos antes de tiempo -explicó Carreras-. Esos partos, siempre de bajo peso, son la primera causa de muerte en el primer mes de vida». «Los bebés que sobreviven gracias a la avanzada tecnología de las unidades de cuidados intensivos neonatales -prosiguió-, sufren alteraciones muy graves durante las primeras semanas de vida, que les dejan secuelas en el desarrollo neuropsicológico». Insuficiencia pulmonar, hemorragias intracerebrales, destrucción de parte del intestino, retinopatía ocular y gran vulnerabilidad a las infecciones son algunas de esas enfermedades precoces.

COSER LA MATRIZ / El riesgo de parto prematuro entre la gestantes con cuello cervical escaso se ha intentado evitar hasta ahora con métodos mucho más agresivos que el incruento aro de silicona. Se empleó el denominado cerclaje, que consiste en coser el cuello de la matriz hasta llegar al final de la gestación, una intervención que exige entrar en quirófano e implica riesgo de infección o de rotura de la bolsa de la placenta. También se ha recurrido en ocasiones a la hormona progesterona, con el fin de reducir las pequeñas contracciones que en ocasiones experimentan las embarazadas y que, en el caso de las analizadas, puede conducirlas a un parto antes de tiempo.