Alerta social

«Si alguien te dice que se suicidará, créele»

El psiquiatra Víctor Pérez Solá, del Hospital del Mar, ayer, en Barcelona.

El psiquiatra Víctor Pérez Solá, del Hospital del Mar, ayer, en Barcelona.

ÀNGELS GALLARDO
BARCELONA

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En momentos como el actual, con una tendencia creciente a que ciudadanos de cualquier edad y extracción social intenten darse muerte a consecuencia de la pérdida de apoyos vitales a que conduce la crisis, los servicios públicos dedicados a la salud mental no deberían ser objeto de los mismos recortes que el resto de áreas médicas, pero no es en absoluto así, asegura Víctor Pérez Solá, responsable de psiquiatría en el Hospital del Mar, de Barcelona, con amplia experiencia en la atención de actitudes suicidas. La encrucijada personal a que conduce la crisis es especialmente devastadora para los hombres, alerta.

-¿Cómo se explican que la cifra de suicidios masculinos triplique la de mujeres?

-Siempre, también cuando no había crisis, ha habido más suicidios masculinos, porque los hombres mayores toleran peor la soledad. En situación de crisis, el motivo por el que intentan quitarse la vida es otro, pero sigue siendo llamativa la preponderancia de los varones. Ellos son mucho más vulnerables por una cuestión cultural: viven centrados en su trabajo, que les da estatus social y económico. Es lo más importante. Si eso desaparece y se ven en la miseria, sienten que no tienen papel en la vida. Las mujeres, aunque suene a tópico, tienen otros intereses además del trabajo. Se refugian en los hijos, la casa, las aficiones.

-¿Qué proceso mental sigue la persona que intenta suicidarse tras quedar desamparado, en la ruina?   

-La penuria económica es un estresante muy fuerte, pero no es más peligroso que la muerte de una persona querida o una separación. Quien se queda de pronto sin trabajo y dinero, se deprime, se angustia, se siente culpable de la situación, está convencido de que ha hecho algo mal para que la cosa acabe así. Es una herencia judeocristiana innegable, que tiene algunas excepciones.

-¿Qué excepciones?

-Las personas extrapunitivas. Son una minoría. Estos, lejos de preguntarse qué habrán hecho mal para perder el trabajo, y castigarse por ello, culpan de su situación a los demás: su empresario, el Gobierno, los bancos, la Iglesia o quien sea.

-¿Es posible frenar la tendencia a destruirse en momentos difíciles?

-Se sabe que reforzando las redes de atención pública en situaciones de precariedad social disminuyen los intentos de darse muerte. Pero, aquí, en estos momentos de paro y pérdida de sustento, cuando se ha disparado la demanda en los servicios sociales y de salud mental, nos disminuyen el presupuesto igual que al resto de especialidades médicas. Nos falta inversión.

-¿A quién puede recurrir quien se sienta profundamente deprimido?

-A su médico de familia que en cuanto perciba impulsos suicidas lo enviará al servicio de urgencias del hospital más cercano. En los hospitales de Barcelona -el Mar, Sant Pau o el Clínic- cada día atendemos dos o tres tentativas de suicidio. En todos existe un psiquiatra de guardia, las 24 horas, prácticamente dedicado a atender a quienes llegan tras intentar quitarse la vida. Están de guardia para eso, casi en exclusiva.

-¿Y si un amigo, un familiar o un compañero de trabajo da muestras de no poder más con su vida?

-No hay que cambiarle la conversación, ni decirle que piense en otra cosa o hable de otra tema. Al contrario. Si alguien te dice que se suicidará, créelo. Pregúntale qué le está pasando por la cabeza, procura que explique cómo se siente y qué salidas ve.

-No dudar de que lo va a hacer.

-Creerlo y buscarle ayuda, médica, social o personal. La inmensa mayoría de las personas que se suicidan habían dicho que lo harían, pero no les hicimos caso.