Nueva polémica medioambiental

Alerta en la costa por los sondeos sísmicos para hallar petróleo

Protesta contra las prospecciones sísmicas, el sábado en una playa de Palma de Mallorca.

Protesta contra las prospecciones sísmicas, el sábado en una playa de Palma de Mallorca.

FERRAN COSCULLUELA
GIRONA

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Tras la alarma desatada por el fracking, que suscitó un masivo rechazo social a esa técnica de extracción de hidrocarburos hasta que al final la Generalitat la vetó, una nueva amenaza se cierne sobre el medio natural de Catalunya. En esta ocasión afecta a las aguas que bañan sus costas. El Ministerio de Industria y Energía tiene sobre la mesa tres peticiones para llevar a cabo campañas de prospecciones sísmicas en aguas catalanas y baleares con el fin de localizar yacimientos de gas y petróleo.

Estos sondeos se llevan a cabo mediante barcos que arrastran racimos de potentes cañones de aire comprimido que emiten continuas explosiones de hasta 260 decibelios con el fin de efectuar un mapa sonoro del fondo marino. Ecologistas, pescadores y biólogos cuestionan este sistema porque consideran que ocasiona graves daños al ecosistema marino, por lo que han comenzado a movilizarse en su contra. Un temor que es compartido por la Direcció General de Pesca de la Generalitat, que advierte de que los sondeos pueden llegar a causar una caída del 50% en las capturas, por lo que ha pedido al Gobierno español que modifique los proyectos.

«DESASTRE ECOLÓGICO» / Un informe reciente de Ecologistas en Acción advierte: «La contaminación acústica producida en esas zonas durante las prospecciones sísmicas no es inocua. Pone en peligro la salud de esos ecosistemas vulnerables y de alto valor ecológico, de los cuales depende no solo el equilibrio marino, sino también toda nuestra socioeconomía relacionada con el mar». Según esta organización, los sondeos provocan una gran mortandad de huevos, larvas y embriones, así como lesiones físicas a los peces adultos. Además, las explosiones sonoras modifican el comportamiento de los animales y provocan su huida de las zonas afectadas.

«Lo que pretenden hacer es una barbaridad y causará un desastre ecológico de una magnitud inesperada. Nadie sabe qué puede pasar porque se trata de un entorno muy frágil. ¿De qué sirve tener tantos parques naturales y reservas marinas si luego las someten a esos bombardeos sonoros?», cuestiona Albert López, uno de los responsables del Proyecto Niman, dedicado a estudiar los cetáceos que cada año pasan por las costas catalanas a través de una ruta migratoria.

Su organización, junto con otra docena de entidades conservacionistas, se reunió el pasado jueves con los grupos políticos del Parlament para solicitar que la Cámara catalana se pronuncie en contra de las prospecciones e inste al Gobierno central a denegarlas.

PRESENTACIÓN DE ALEGACIONES / La movilización contra los sondeos ha llevado a estas organizaciones y a las cofradías de pescadores catalanas a presentar alegaciones contra los proyectos. En el Alt Empordà varios ayuntamientos costeros (Roses, Llançà, Cadaqués, Palamós), e incluso el propio consejo comarcal, se han pronunciado en contra. Una movilización que comparten otros territorios de la Península afectados por proyectos semejantes, especialmente en  la Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias.

Las tres peticiones presentadas para llevar a cabo los estudios corresponden a las compañías Capricorn Spain Limites (una filial de la escocesa Cairn Energy), Spectrum Geo Limited y Repsol, y en su conjunto afectan a la costa mediterránea desde el golfo de León hasta el golfo de Valencia y todo el archipiélago balear. Dos de estos estudios incluso se superponen en la zona del cabo de Creus, a menos de 40 kilómetros de distancia de la costa, lo que supone una acumulación que, según los ecologistas, multiplicará los efectos adversos.

Los colectivos conservacionistas no son los únicos que avisan de los graves daños que pueden causar las prospecciones en la fauna marina. Un informe de la Universidad de la Laguna (Tenerife) firmado por el catedrático de Oceanografía Biológica Alberto Brito Hernández y la bióloga marina Natacha Aguilar de Soto ya avisaba en el 2002 de que los intensos sonidos producidos durante las prospecciones «presentan potenciales efectos físicos, fisiológicos y de comportamiento sobre los mamíferos marinos y los peces en el área de prospección. Pueden existir además efectos a largo plazo debido a exposición crónica y el sonido puede afectar a los animales indirectamente debido a cambios en la accesibilidad de sus presas, que sufren a su vez los efectos de la contaminación acústica», señalaba el estudio.