APROVECHAMIENTO DEL PATRIMONIO PAISAJÍSTICO
El turismo en rosa
Aitona sigue la estela de Japón y el Valle del Jerte y programa visitas a los frutales en floración
Con el inicio de la primavera, los árboles frutales sacan a relucir todo su esplendor. Los amantes de los paisajes de postal ya preparan su cámara de fotos para captar la belleza de miles de árboles frutales florecidos. Estos días, las flores de los almendros, melocotoneros y perales ofrecen un auténtico espectáculo estético. Y es que las plantaciones de frutales de hueso empiezan a florecer y un juego cromático de rosa fucsia y blancos intensos tiñe una amplia superficie de la demarcación de Lleida y seduce no solo la vista sino también el olfato con el perfume cautivador que desprenden los pétalos.
En lugares como la comarca del Valle del Jerte, en Extremadura, y Japón, la floración de los frutales es un auténtico atractivo turístico. La idea ha llegado ahora a Catalunya. El Ayuntamiento de Aitona (Segrià) quiere sacar provecho a su patrimonio paisajístico y por eso ha estrenado una ruta para contemplar el colorido de los campos. El municipio leridano quiere explotar el fenómeno de la floración en sus grandes extensiones de frutales para atraer turistas. El proyecto se llama Fruiturisme y cuenta con el apoyo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). El año pasado ya se organizaron rutas similares para grupos escolares pero ahora se ha ampliado la iniciativa al público en general. La visita cuesta cinco euros por persona e incluye un paseo por los campos de Aitona y otros puntos de interés turístico del municipio, como la ermita románica de Sant Joan de Carratalà.
Solo en Aitona se producen 100 millones de kilos de fruta dulce al año. Los visitantes pueden contemplar un amplio manto de colores hasta donde se pierde la vista. En ningún otro lugar del mundo existe una concentración tan grande de plantaciones de fruta dulce. La diversidad e intensidad cromática no pasa inadvertida estos días e incluso provoca que muchos automovilistas se detengan para contemplar este espectacular obsequio de la naturaleza.
Este regalo para la vista y el alma solo durará unos 15 días ya que, después de la polinización, los pétalos caen y los campos vuelven a recobrar su aspecto habitual. «Ofrecemos pasar un día en el campo en familia, ver los frutales de cerca y desde un punto elevado. También visitamos las cooperativas, principales agentes del negocio que supone la producción de la fruta dulce», explica Dolors Pelegrí, técnica de turismo del Ayuntamiento de Aitona.
En uno de los campos trabaja Antonio Torres, payés de la localidad. Es uno de los momentos de más trabajo ya que tienen que podar todos los árboles. «Esta iniciativa me parece fantástica ya que hay mucho desconocimiento de la agricultura de regadío y del trabajo del agricultor», asegura. Dentro de un año el espectáculo volverá a repetirse.
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