Agua para Doñana

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JULIA CAMACHO / SEVILLA

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Las asociaciones conservaciocionistas y los científicos no pueden ocultar su júbilo tras conocer que Doñana podría tener en breve agua para paliar en parte la sed provocada por la sobreexplotación hidríca. El Gobierno aprobó recientemente un crédito de 35 millones de euros destinado a que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) adquiera parte de Los Mimbrales, un cortijo cercano a Doñana destinado a regadío, para equilibrar la sobreexplotación hídrica que sufre el parque natural. Una decisión «valiente», según WWF, que coincide con la ampliación del parque en cerca de 14.000 hectáreas el próximo otoño y el reconocimiento por parte de organismos internacionales a la gestión de conservación del parque.

La incorporación de Los Mimbrales al parque, una reivindicación histórica de los defensores del medioambiente, podría convertir esta parcela en una suerte de «cordón sanitario» del corazón de Doñana, según valora Juan Romero, de Ecologistas en Acción. Se trata de una finca de poco más de 1.000 hectáreas destinada a frutales, frente a la aldea de El Rocío y a las puertas del arroyo de La Rocina, uno de los principales flujos de agua del humedal.

Según el Ministerio de Agricultura, la intención es que la CHG adquiera 922 hectáreas de la finca, lo que se traduciría en el derecho de uso de 6,8 hectómetros cúbicos de agua que hasta ahora se destinaban a regadío y que ahora pasarán a cubrir la demanda ambiental. De esta manera se compensa o equilibra el consumo de agua para cultivos y el que demanda el propio parque para su superviviencia. Como efecto colateral, se permite la conexión entre el corazón del parque y los terrenos que se han ido añadiendo posteriormente, que dejaban la finca como una suerte de isla.

En su información sobre esta actuación, el propio Ministerio de Agricultura reconoce que la implantación agrícola de la finca «dio lugar a una profunda alteración y modificación del sistema hidrográfico en las superficies ahora agrícolas, originando una grave perturbación en la hidrología del Parque Nacional de Doñana». Y es que el agua, o su falta a causa del choque entre la actividad económica y la ambiental, es uno de los problemas endémicos del parque, y ha motivado incluso que Unión Europea haya abierto una carta de emplazamiento por incumplimiento de la Directiva de Aguas y de Hábitat.

Los datos son esclarecedores: desde la creación del parque allá por 1964, han desaparecido el 60% de los lagos y humedales que lo nutrían, la mayoría entre 1950 y 1990 (datos oficiales del Ejecutivo), y en los ultimos 30 años, apuntan desde WWF, ha visto reducidos sus aportes naturales de agua en un 90% a causasobre todo, de la proliferación de la actividad agrícola en la zona norte. Ahí es donde se localizan la mayoría de los pozos ilegales que están dejando el acuífero subterraneo 27 (el corazón del espacio natural) en situación agónica. Esto provoca, entre otros efectos, que se haya perdido entre el 60% y el 80% de la vegetación que depende del agua.

«Doñana, por sus propias características, se convertía tradicionalmente en un espacio árido a finales de agosto o septiembre, pero esa situación ahora se ha adelantado a junio», clama Juan Romero, de Ecologistas en Acción. Una organización que, al igual que el resto de grupos conservacionistas, prefiere poner en cuarentena la noticia hasta comprobar en la práctica cuáles son los planes de recuperación de esta finca. Para Romero, lo idóneo sería dedicarla en parte a bosque y el resto dejar que se inunde para recuperar parte de la marisma natural perdida.

El 2015 se plantea por tanto como un año clave para el futuro de Doñana, que el próximo otoño sumará 14.740 hectáreas de monte público que la Junta de Andalucía prevé destinar a la ampliación del parque, aunque los ecologistas echan en falta la ampliación en la zona marina. Son terrenos que ya tienen algún tipo de protección contra usos agrícolas al estar en las estribaciones de Doñana y que para el biólogo Miguel Ferrer, coordinador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), son prometedores para la expansión del lince si se llevan a cabo planes de repoblación de conejos, casi desaparecidos del parque (una densidad inferior a un animal por hectárea) y vitales para la supervivencia y expansión del lince.

«Se trata de una especie de colchón entre la zona agrícola del Condado y el propio parque», puntualiza el consejero andaluz de Medio Ambiente, José Fiscal, que destaca que en estos terrenos se encuentran «la mayor parte de los cauces que aportan al arroyo de La Rocina, lo que también contribuye a que el agua no se pierda» . Una medida que se une al plan de ordenación de regadíos de la Corona Norte, en vigor desde enero y que prevé también proyectos para aliviar la presión sobre las aguas subterráneas.