Gente corriente

Adrián Blanco: «Ya que no puedo pedir en la calle, pido por internet»

Pianista talentoso, tiene media beca para estudiar en una reputada escuela neoyorquina. Le falta la otra mitad.

«Ya que no puedo pedir en la calle, pido por internet»_MEDIA_1

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MAURICIO BERNAL

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-Manhattan…

-Manhattan School of Music, sí.

-Y eso es como...

-Eso es como si me cogen en Harvard para estudiar Derecho. Es una institución de prestigio mundial. En ese máster, además, el que yo voy a hacer, entran solo dos pianistas.

-¿Cuándo empieza?

-Empezaba en septiembre, pero no reuní el dinero. Como algo muy excepcional, me han guardado la plaza. Un año, pero no más.

-¿Y el dinero? ¿Ya lo tiene?

-Estoy en ello.

Se yergue Adrián sobre el piano y se descarga sobre el teclado. Clic, clic, para la foto. La música llena el recinto, se apaga en las aulas más cercanas; unas notas duras, en las antípodas de la indolencia. Clic, clic. Helo aquí, con 22 años, un talento, alguien tocado por la varita. Clic, clic. Lo espera la Manhattan y lo espera el profesor Anthony de Mare, y lo esperan dos años clave para su formación. Clic. El Harvard de los pianistas. Clic. Pero falta algo. Clic. Se interpone. Clic. Lo de siempre. Clic. Dinero. Y eso que tiene media beca.

-Que me da la propia Manhattan. Lo que me falta es la otra mitad.

-Y aquí las ayudas deben pulular, ¿no?

-Fue lo primero que pensé, que tenía credenciales suficientes para pedir una beca. He sido aceptado en esta escuela, en la Escola Superior de Música me gradué con matrícula… Hay pocas fundaciones, en España y en Europa, que no hayan oído mi nombre estos meses. Pero las becas para esta clase de estudios se han reducido mucho.

-¿Qué más probó?

-Se me ocurrió ir a los bancos, pero no tengo avales. Se rieron en mi cara, básicamente. Acabé pensando en pedir en la calle.

-De músico callejero.

-Por qué no. La Manhattan es un trampolín, algo clave para mí; una oportunidad que no puedo perder. Fui al Ayuntamiento de Barcelona y pedí un permiso, pero lo negaron. Dijeron que las plazas estaban cerradas.

-Entiendo que su familia no es de las que pueden extender cheques con alegría.

-No. Mis padres, los dos, están en el paro. Desde tercero de carrera tuve que ahorrar para mantenerme, y ahorrar para poder ir a Nueva York. A hacer las pruebas, justamente.

-¿Qué máster va a hacer, exactamente?

-Uno en música contemporánea.

-¿Y no podía hacerlo en España?

-En España no existen este tipo de estudios. Tenía que irme. Me puse a mirar en internet y encontré a este señor, Anthony de Mare, que hace lo que yo quiero hacer.

-Y eso es...

-Nuevas formas de exponer la música contemporánea. La música contemporánea es complicada, difícil, y creo que hay que buscar nuevas maneras de dársela al público. Por ejemplo, el concepto de concierto es algo que no se ha renovado en siglos. Y creo que se puede hacer, que hay recursos para hacerlo. Tecnológicos, pero no solamente.

-Bueno, y ¿qué va a hacer? ¿Hasta cuándo tiene de plazo para matricularse?

-Hasta julio. Al final decidí abrir una página en internet y exponer mi caso. Ya que no puedo pedir en la calle, pues pido por internet. Se llama adrianblancopiano.com.

-¿Y? ¿Le ayudan?

-La verdad es que sí. Aún me falta un tercio del dinero, pero parece que lo consigo.

-Qué bien. Oiga, ¿por qué le gusta tanto el piano?

-Va a sonar un poco romántico, pero creo que estoy aquí para eso. Es lo que he venido a hacer.