El médico atragantado

Macchiarini, en compañía de la productora de televisión Benita Alexander, en Venecia, en una foto divulgada por ella misma.

Macchiarini, en compañía de la productora de televisión Benita Alexander, en Venecia, en una foto divulgada por ella misma. / periodico

MAURICIO BERNAL / BARCELONA

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El cirujano italiano Paolo Macchiarini, de grato recuerdo en el Hospital Clínic de Barcelona, donde llevó a cabo en noviembre del 2008 el primer trasplante de tráquea del mundo, ha causado la peor crisis que se recuerde en el prestigioso Instituto Karolinska de Estocolmo, uno de los centros médicos más reputados de Europa y la institución a la que pertenecen los miembros de la comisión encargada de decidir cada año el Premio Nobel de Medicina.

Un documental emitido en la televisión sueca en enero le expuso como un profesional que no está a la altura ni de su fama ni de la reputación de la institución para la cual trabaja, y cuyos métodos ponen en riesgo la vida de sus pacientes. El reportaje ha causado un cisma que se ha llevado por delante al rector de la institución, Anders Hamsten, así como a Urban Lendahl, secretario del comité del Nobel de Medicina y de la asamblea que elige el premio, además de miembro de la Fundación Nobel. Lendahl fue uno de los que en su día suscribieron el reclutamiento de Macchiarini, contratado en el 2011 como investigador visitante.

MILAGRO

Macchiarini era un profesional extremadamente bien considerado en la comunidad médica desde que a finales del 2008 llevó a cabo un hasta entonces inédito trasplante de tráquea del que fue beneficiaria la colombiana de 30 años Claudia Castillo, que sufría un bloqueo casi completo por culpa de una tuberculosis diagnosticada tarde. El cirujano italiano implantó una tráquea formada por tejidos de la propia receptora y de un donante fallecido, una compleja operación en la que participaron tres universidades europeas y que fue saludada por la prensa internacional como “un milagro”.

El cielo que tocó entonces Macchiarini fue también el pasaporte para que el Karolinska se interesara por él, y tras pasar un año en Italia empezó a trabajar en el 2011 para la institución sueca, a instancias de la cual hizo otros trasplantes de tráquea similares; similares, pero no iguales. En el Karolinska, Macchiarini dio un salto adelante y entró en el desafiante mundo de las tráqueas artificiales. En plata, muy en plata, tráqueas hechas con polímeros. Sin embargo, los resultados que obtuvo distaron mucho de ser ideales.

PACIENTES FALLECIDOS

Castillo salió airosa de la cirugía y siguió adelante con su vida, aunque sufrió a posteriori complicaciones relacionadas con la operación. En el 2013, la revista médica The Lancet publicó un reportaje con los resultados del seguimiento que un equipo de profesionales había hecho de la paciente, que subrayaba el hecho de que la colombiana nunca había dejado de “realizar sus actividades habituales”. En el mismo número, otro artículo del doctor Alan J. Russell, de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, hacía ver que Castillo nunca se había recuperado “del todo” y seguía sufriendo “complicaciones por la cicatrización”; eso sí, reconocía el logro de Macchiarini. En cualquier caso, Castillo puede considerarse afortunada: en dos de las tres cirugías que Macchiarini llevó a cabo bajo el manto del Karolinska, los pacientes fallecieron tras la operación, y un tercero tiene que ingresar constantemente en cuidados intensivos por las complicaciones derivadas.

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La caída en desgracia del médico italiano comenzó cuando un grupo de colegas que trabajaban con él detectaron que los artículos que publicaba sobre estas operaciones falseaban datos de los pacientes y lo denunciaron al rector. Hamsten encargó una investigación interna: leyó el resultado, las alegaciones de Macchiarini y, para sorpresa de muchos, decidió confirmarlo en su puesto. Para entonces, sin embargo, estaba en marcha un reportaje de la televisión sueca SVT sobre el trabajo del médico, para el cual Macchiarini -que no se esconde- prestó toda la colaboración: permitió que las cámaras lo siguieran y las cámaras lo siguieron. ¿El resultado? El resultado es que quedó documentado en imágenes el caso de una bailarina rusa que se sometió al implante del doctor Macchiarini y posteriormente falleció. Fue el detonante del escándalo.

EL MISMÍSIMO PAPA

Esta semana, el diario sueco Dagens Nyheter publicó que los resultados de varias operaciones de tráquea realizadas en ratas que servían de base a su trabajo en humanos también fueron falsificados. El Karolinska, además, ha descubierto "imprecisiones" en el curriculum del médico, y por si fuera poco, han salido a la luz detalles estrafalarios de su vida: la revista Vanity Fair acaba de publicar un artículo en el que la productora de la cadena NBC Benita Alexander cuenta cómo Macchiarini le propuso matrimonio y le dijo que la boda la iba oficiar el mismísimo papa Francisco. Pero Macchiarini está casado, y Alexander lo descubrió a tiempo. 

En resumen, el Karolinska ha quedado muy tocado. Las dimisiones de Lendahl, pero sobre todo de Hamsten (“he llegado a la conclusión de que será difícil para mí ejercer de rector con credibilidad y fuerza”, explicó el rector en su carta de renuncia), abren una etapa de incertidumbre. El instituto ha anunciado que no renovará el contrato de Macchiarini, que acaba en noviembre.