SALVAJES AGRESIONES

El acuchillador de Lleida atacó a sus víctimas por puro placer

Aurang Zeb la semana pasada en el mismo banco que fue acuchillado, con las muletas que usa para caminar.

Aurang Zeb la semana pasada en el mismo banco que fue acuchillado, con las muletas que usa para caminar.

MAYKA NAVARRO / LLEIDA

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En poco más de diez minutos, Alejandro Ruiz, de 21 años, apuñaló a cinco de las personas con las que se cruzó en la calle, el pasado 22 de septiembre en Lleida. No los conocía de nada. ¿Por qué lo hizo? Según dos psicólogos del departamento de Justícia que se entrevistaron con el joven en la cárcel en diciembre y febrero pasado, el que fuera estudiante de Medicina lo hizo por placer. Dos años antes, en Logroño, de donde es originario, el joven apuñaló a un colombiano. A los psicólogos les describió la acción como «un acto placentero». Tan bueno era aquel recuerdo, que «tenía ganas de volverlo a hacer».

Las diez páginas del informe de los psicólogos son demoledoras. Describen a un joven que no muestra el más mínimo arrepentimiento por el daño provocado, y que actúa como «si no hubiese sucedido nada». Frío, agresivo, narcicista, imperturbable, que desprecia los derechos de los demás e indiferente al dolor y ajeno.

El próximo 22 de junio será nuevamente excarcelado para su traslado a Logroño, donde será juzgado por la agresión del 23 de diciembre del 2012 al colombiano Juan M. C. V., con el que se cruzó y al que apuñaló con un cuchillo de nueve centímetros porque, dijo, "me miró mal".

Hay una clara vinculación entre los dos actos. Más allá del placer que su autor reconoce sentir al acuchillar. Y es que sus víctimas no fueron elegidas al azar. Ni en Logroño, ni dos años después en Lleida.

Hasta siete cámaras de seguridad de la ciudad de Lleida grabaron el recorrido del acuchillador. Las de la gasolinera Repsol recogen el momento en el que Alejandro Ruiz compró el gasoil con el que prendió fuego a su piso de estudiante del número 36 de la calle de Rovira Roure. Después salió de cacería. Héctor, Fatiha, José, Zekuai y Aurang fueron los elegidos. Un peruano, una marroquí, un español muy moreno de tez, un chino y un paquistaní. Para el letrado de dos de las víctimas Enric Rubio no hay duda de que el agresor buscaba a extranjeros movido por su ideario xenófobo.

A pesar del incendio provocado en su apartamento, las llamas no lograron borrar los dibujos y escritos de temática xenófoba, que pese a estar ocultos bajo una capa de hollín, los Mossos d'Esquadra desenterraron y enumeraron en un informe. "Arriba España". "El Borbón al paredón". "Mañana te clavo mi machete". "Huelo sangre humana". "Mucha gente merece morir. Son culpables". Y unas cuantas cruces gamadas y dibujos de Hitler, entre otras alusiones a su reciente pasado como miembro de la asociación ultra Nueva España de la que destacó, a los psicólogos que lo visitaron en prisión, su función caritativa al gestionar un banco de alimentos para personas con problemas económicos, pero solo para españoles, ya que los emigrantes, dijo "ya cuentan con ayudas".

Tras ese informe de los psicólogos, el letrado de Alejandro Ruiz, Jon Zabala, presentó un nuevo informe realizado esta vez por el psiquiatra Jaime Baró y el psicólogo Pedro Barbosa, que tras visitar al joven en prisión determinaron que el joven sufre un «trastorno paranoide de personalidad que en situación de crisis se expresa bajo la forma de un trastorno delirante». Estos dos especialistas pedían que al preso se le permitiera empezar a tomar medicación de forma inmediata «para poder paliar, dentro de lo posible, la enorme agresividad que presenta nuestro defendido».

DESPRECIO HACIA EL RESTO

Desde que fue detenido y enviado a prisión, Alejandro Ruiz ha protagonizado dos incidentes muy violentos con otros internos que han provocado su aislamiento. Según los funcionarios de la cárcel de Ponent y los trabajadores y psicólogos que lo tratan, el joven no sufre ninguna tipo de patología que requiera medicación. Y no se medica. Alegan que su agresividad está motivada por su carácter violento y el desprecio que siente hacia el resto de compañeros, especialmente si son de otra raza.

De esos diez minutos de cacería cuchillo en mano por el centro de Lleida, queda una imagen terrible y es la de la última víctima, Aurang Zeb, sentado en un banco de un parque, imperturbable, con el cuchillo clavado en su espalda. El hombre apenas habla español pese a los años que lleva viviendo y trabajando en Lleida. De las cinco víctimas de Alejandro Ruiz, Zeb ha sido la peor parada. La herida le afectó a la médula espinal. Tras varias operaciones complicadas ha logrado volver a caminar, pero ayudado por unas muletas que, según su letrado, Enric Rubio, necesitará toda la vida.