Una exalumna denuncia que las niñas también sufrían abusos en los Maristas

GUILLEM SÀNCHEZ / JESÚS G. ALBALAT / BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La rabia que está generando el escándalo del pederasta confeso Joaquim Benítez, profesor de gimnasia de los Maristas de Sants-Les Corts durante casi 35 años, es un acicate que empuja cada día a más víctimas a romper su silencio para ajustar cuentas con otros maestros del mismo centro, que también abusaron de ellos con impunidad cuando eran solo unos críos. Según varias denuncias ante los Mossos, no todas las agresiones en ese colegio fueron cometidas por Benítez ni todos los depredadores acorralaron únicamente a los chicos. Entre las víctimas también hay chicas, que se escolarizaron por primera vez cuando la escuela se convirtió en mixta, con la generación nacida en 1981. 

ALUMNA PREFERIDA

El pasado domingo, una mujer de 33 años, C., residente en otra comunidad autónoma, se desplazó hasta Barcelona para denunciar en la comisaría al que fue su tutor durante dos años en la sede de la escuela en Sants (hay otra sede en Les Corts, en la que Benítez abusaba de los alumnos). En la denuncia, a la que ha tenido acceso este diario, C. acusa a M. M. de haber abusado de ella cuando tenía solo 8 años de edad.

Su relato concuerda con el del testimonio del exalumno Jordi Navarro, que este domingo explicó a este diario que entre 1968 y 1973 era habitual que un hermano marista que enseñaba francés impartiera las lecciones manoseando a un alumno al que sentaba en su regazo. A la mujer denunciante le ocurrió lo mismo con el tutor de su clase, M. M., cuando cursaba tercero y cuarto de EGB.

“Mis compañeros me decían que yo era la preferida del profe”, recuerda C. Eso parecía. El maestro M. M. mandaba a la clase hacer ejercicios mientras a ella le ordenaba que acudiera a su mesa y la sentaba sobre sus rodillas. “Allí, me tocaba bajo la ropa, también bajo las bragas”. El manoseo tenía lugar fuera del alcance de la vista del resto de alumnos gracias al panel frontal de la mesa del maestro. “Yo notaba su erección, aunque no entendí qué significaba eso hasta que fui más mayor”. Al cabo de un rato, él se levantaba, me mandaba a mi sitio y se marchaba al lavabo.

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"C., 33 a\u00f1os","position":"EXALUMNA DE m. m.","text":"\"\u00c9l me sentaba sobre sus rodillas y\u00a0me tocaba bajo la ropa, tambi\u00e9n bajo las bragas. Hoy quiero que sepa que yo importo, que no soy una cosa\""}}

C. no tomó conciencia de los abusos sufridos hasta que alcanzó la pubertad. Fue de golpe, a los 13 años, “viendo una noticia sobre un pederasta”. Entonces se percató de que ella también había sido atormentada por un depredador sexual. Como el resto de las víctimas, no dijo nada. Calló. Se acordaba una y otra vez de aquel pasaje extraño que se había enquistado en su memoria, como una pieza de puzle que no encuentra su lugar. Se deprimió y empezó a pedirle a sus padres que no la llevaran más a clase.

Ahora sí quiere hablar, porque quiere que su antiguo agresor lea esta noticia y reciba el siguiente mensaje: “Yo importo, yo no soy una cosa”.

PROFESOR “ENROLLADO”

Jorge García, de 37 años, también exalumno de la escuela en Sants, ha presentado este lunes una denuncia contra A. F. por abusos sexuales. Es, al menos, la segunda formulada contra este maestro de EGB, que daba clases de fotografía, pretecnología e informática, cursos de tenis y organizaba campamentos en períodos vacacionales.   

La primera denuncia, avanzada por este diario este domingo, fue presentada por un hombre de 23 años en 1997 pero quedó sobreseída porque el delito, de tocamientos, acababa de prescribir. Ahora, García, que acepta salir con su nombre real, ha denunciado al mismo docente, aunque previsiblemente el delito también habrá prescrito. Pero los Mossos le han asegurado que aún así ayudará a la investigación.

BAJO LA LLUVIA

Estas dos víctimas de A. F. coinciden en sendas conversaciones con EL PERIÓDICO en describir a su antiguo maestro de EGB como el más “enrollado” de la escuela de Sants. Frente a la rectitud y frialdad de algunos docentes religiosos, él, seglar, se mostraba cercano y amistoso. Los dos denunciantes cursaron la enseñanza obligatoria durante la década de los ochenta.

{"zeta-legacy-phrase":{"name":"Jorge Garc\u00eda, 37 a\u00f1os","position":"EXALUMNO DE a. f.","text":"\"Nos oblig\u00f3 a ducharnos con las puertas abiertas mientras \u00e9l se sentaba all\u00ed mismo para contemplarnos\""}}

El primero explicó este domingo los tocamientos que sufrió con el engaño de los trucos de magia. Y a García le tocó vivir un episodio que le ha incomodado durante años. El abuso de que fue objeto también sucedió durante un campamento organizado por A. F., un día que “llovía”, posiblemente en Semana Santa, no recuerda con exactitud la época. Sin que los muchachos hubieran hecho "nada", A. F. expulsó de repente a García y a dos de sus compañeros del comedor y los mandó afuera, bajo la lluvia. "Recuerdo que yo estaba muy enfadado porqué sentía que no era justo". 

A. F. dejó a los tres chicos, de 10 años, remojándose durante unos diez minutos bajo la lluvia. Cuando ya estaban calados, los hizo entrar y los llevó a sus habitaciones. "Allí nos obligó a desvestirnos y también a ducharnos. 'Para que no os enfriéis', nos dijo".  A .F., siempre según la denuncia de García, les miraba fijamente mientras se desnudaban y les impidió cerrar la puerta de las duchas durante el baño. Cogió una silla y se sentó allí mismo para contemplarlos detenidamente en las duchas.

Las víctimas siguen rompiendo su silencio. Los que callan son los Maristas, aque ayer despacharon el escándalo con un escueto y vago comunicado.