INTIMIDADES VATICANAS

Abraham Skorka, el íntimo del Papa

El rabino y Jorge Bergoglio se conocieron en los 90 y cada semana se mandan 'e-mails'

Skorka, invitado a la Blanquerna por la Entesa Judeo-Cristiana, el martes.

Skorka, invitado a la Blanquerna por la Entesa Judeo-Cristiana, el martes.

POR núria navarro

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"Querido hermano". Así encabeza Jorge Bergoglio los frecuentes 'e-mails' que le envía al rabino Abraham Skorka (Buenos Aires, 1950), líder de la comunidad judía Benei Tikva y su amigo íntimo desde los años 90. Se quieren pese a pertenecer a distintas ligas de fe y, lo que es más grave, pese a que el Papa es hincha del San Lorenzo de Almagro y Skorka, del River Plate.

De hecho, su relación comenzó con un barniz futbolero. Tras un Te Deum oficiado en la Catedral de Buenos Aires al que estaban invitados el presidente y los líderes de las comunidades religiosas, el entonces obispo Bergoglio se acercó a saludar al rabino. Skorka, cortés, elogió su homilía y él, apretando fuerte su mano, le respondió: "Creo que este año vamos a comer sopa de gallinas ('gallina' es el mote nada cariñoso que reciben los de River). Así fue como me abrió su puerta".

LA PROMESA DE UN FALAFEL

A partir de aquel raro código, se encontraron a menudo en un pequeño estudio del arzobispado. "Me impactó ver que tenía una foto de los dos en el escritorio», dice. Bergoglio le pidió que prologara su biografía 'El jesuita' ("¡yo! ¡un rabino!"); grabaron juntos 31 capítulos del vibrante programa de televisión 'Biblia, diálogo vigente' y escribieron mano a mano el libro Sobre el cielo y la tierra. Y ya instalado en Roma, el vínculo no se rompió. "La primera vez que nos despedimos en Roma le brillaban los ojos", explica Skorka, que más tarde viajó con él a Jerusalén en el séquito papal. "Le vi triste y le prometí que la próxima nos escaparíamos a comer un falafel".

El pontífice expresa emociones. Pero, matiza su amigo, "es muy reservado, a veces incluso lacónico, y hay que interpretarle a través de sus gestos". Un ejemplo: en el Vaticano, el rabino le dijo «¿se da cuenta de que soy su portavoz judío?". Él sonrió y levantó el índice al cielo. Nada más. "Ahora, cuando habla, suena profético". "Es consciente de que para llegar a Dios hay que llegar al hombre, y que mientras haya pobreza, fustigará a los líderes".

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Desde la distancia, el rabino también sufre por él. Y no solo porque estos días esté de 'tour' por África pese a que los servicios de inteligencia le aconsejaron aplazarlo ("'no se olvide de rezar por mí', acababa su último mail antes de partir"). También por los rigores del entramado vaticano. "Ahí dentro la vida es dura", se aviene a confesar. "Él es porteño y se muere de ganas de salir a pasear de incógnito por las calles".

NADA DE POLÍTICA ARGENTINA

Poco más suelta Skorka. ¿Qué virtudes destaca? "Su honestidad y su humildad". ¿Algún pecado? "¿Aparte de ser del San Lorenzo? No hay". ¿Es divertido en la intimidad? "Mucho, incluso ha cantado con nosotros por el año nuevo judío". ¿Qué asunto no tocan ni por asomo? "La política argentina. Primero porque yo no consigo entenderla, y segundo, porque Bergoglio es un ser político, pero Francisco es el Papa de todos". ¿Y el conflicto palestino-israelí? "Él firmó acuerdos con Mahmud Abass, pero me escribió lo siguiente: 'Todo aquel que niega la existencia del Estado de Israel debe ser tildado de antisemita'. Eso me basta". Así son los amigos.