El misterio de las medusas

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EXPEDICIÓN MALASPINA / 6 de marzo del 2011

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LUIS MAURI / Enviado especial. A bordo del 'Hespérides'

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Uno de los muchos misterios marinos que la Expedición Malaspina pretende desentrañar es la causa del boom de la población de medusas en los océanos. Los científicos no se ponen de acuerdo al respecto. Aún desconocen muchas cosas sobre estos organismos gelatinosos.

Hay diversas hipótesis sobre su crecimiento exponencial, no necesariamente excluyentes entre sí. Una, la sobreexplotación pesquera, que elimina predadores y competidores en la búsqueda de alimento. Dos, el calentamiento global, que favorecería la vida y la reproducción de las medusas y en general de todas las especies gelatinosas del zooplancton, como las salpas, que a diferencia de las primeras no poseen células urticantes. Tres, la contaminación de las aguas y el consiguiente aumento de nutrientes orgánicos. Cuatro, la urbanización del litoral, pues las larvas de medusas se fijan en suelos duros, como el cemento de los puertos.

Hay varias hipótesis, en efecto, pero ninguna de ellas es concluyente. Hasta ahora, las campañas científicas de estudio del zooplancton solían dejar de lado a los organismos gelatinosos. Tradicionalmente, estos han sido considerados como un engorro por los investigadores, pues atascan las redes y los instrumentos utilizados en los muestreos. Y sus cuerpos se rompen con facilidad, lo que dificulta su manipulación en los experimentos. Además, los enjambres de gelatinosos son imprevisibles: aparecen y desaparecen de forma repentina, circunstancia que desaconseja programar campañas de investigación específicas.

Una de las particularidades de la Expedición Malaspina es que incorpora en su equipo de estudio del zooplancton una sección específica de gelatinosos. El doctorando mexicano Axayacatl Molina y el profesor de la Universidad de Oviedo que dirige su tesis, José Luis Acuña, confían en que la misión del Hespérides permitirá hacer la mayor evaluación global de la diversidad de este tipo de organismos, descifrar sus códigos genéticos, calibrar su contenido en carbono, nitrógeno e hidrógeno, e incluso catalogar nuevas especies. Estos datos, cruzados con la información física y geobioquímica de las aguas donde se pescan las muestras (temperatura, salinidad, densidad, clorofila, nutrientes, contaminantes), pueden contribuir a esclarecer el misterio de las medusas.