La corta vida de 'Spiderman'

El escenario 8 La ventana por la que el joven Mohamed Reda salió al patio de luces al que acabaría cayendo, en la calle de Àngel Guimerà de Salt.

El escenario 8 La ventana por la que el joven Mohamed Reda salió al patio de luces al que acabaría cayendo, en la calle de Àngel Guimerà de Salt.

FERRAN COSCULLUELA

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La corta vida de Mohamed Reda, fallecido el jueves a los 16 años, fue como una novela de aventuras. Al menos así es como la ven muchos de sus amigos del Centre Residencial d'Acció Educativa de Salt (CRAE) y sus colegas de andanzas en las calles de esta población del Gironès.«Siempre iba bien vestido y con móviles de última generación. Era admirado por la mayoría de sus compañeros, que veían en él un modelo y que por eso lo han mitificado y lo han convertido en una especie de mártir», explica una persona cercana a los educadores del centro de tutela de la Generalitat.

Reda se había convertido entre sus jóvenes vecinos en un personaje de leyenda, con la fama cimentada en su habilidad para perpetrar robos en domicilios tras trepar por las paredes de los inmuebles. Dicen que trabajaba a las órdenes de otros delincuentes de más edad. Sus amigos le apodabanSpidermany ayer contaban, apesadumbrados, que para ellos siempre será«un buen chico, alegre y muy generoso, que lo daba todo y que nunca se enfadaba».

Este buen carácter es confirmado por los monitores y educadores de la fundación Resilis, que gestiona el centro en el que el adolescente residía y que están«destrozados»por su muerte y por el tremendo efecto que esta ha provocado en la pequeña comunidad de menores que tutelan.

Reda no tuvo una vida fácil. Sus amigos cuentan que cruzó el estrecho entre los ejes de un camión cuando apenas contaba nueve años. Una historia entre la realidad y la leyenda que nadie acaba de confirmar con precisión.

«Llevaba siete años en España y la mitad de ellos los había pasado en Salt. Aquí solo tenía a un tío, pero no quería vivir con él», cuentan los jóvenes, que no saben cómo gestionar la rabia que les embarga por la muerte de su héroe durante una persecución. Una última aventura en la que Reda tentó demasiado a la suerte y se precipitó al vacío desde una altura de cinco pisos cuando intentaba despistar a la policía descolgándose por el bajante de un patio de luces de un edificio cercano al CRAE.

Los agentes le sorprendieron cuando conducía una moto robada y, aunque le dieron el alto, él se dio a la fuga, confiado en ese don que le había dado la naturaleza para trepar por las paredes.

Los jóvenes no quieren hablar más. Están hartos de que les interroguen desconocidos y se sienten agredidos por los periodistas y el intimidatorio despliegue policial. Entre ellos se preguntan cuándo enterrarán a su amigo, y si su cuerpo aún seguirá hoy en el hospital.«Mañana [por hoy] le practicarán la autopsia y todavía no se sabe cuándo lo enterrarán»,les aclara un informador. Una noticia que les deja perplejos y que no saben muy bien cómo encajar.

Viejo conocido de la policía

A pesar de su juventud, elSpidermande Salt era un viejo conocido de la policía municipal. Había acumulado numerosos antecedentes y, solo entre noviembre y diciembre pasados, había sido detenido cuatro veces. Pero a pesar de este historial, Reda sabía guardar las formas en el centro donde se hallaba tutelado a cargo de la Generalitat.«Participaba en la mayoría de las actividades y por la mañanas iba a clase en la Escola d'Oficis de Salt. Seguía un curso de agricultura ecológica y no acostumbraba a faltar ni daba problemas en el aula», explica una persona que conoce su currículo.

Estudiante por la mañana y ladrón por la tarde. Tanto es así que la alcaldesa de Salt había pedido en la Mesa de Prevención Juvenil -un organismo en el que participan el Ayuntamiento, la Generalitat, los educadores del CRAE y las fuerzas de seguridad para debatir los problemas de los adolescentes de la localidad- que trasladasen a Mohamed Reda a otro centro de tutela porque acumulaba muchas detenciones y su comportamiento delictivo podía arrastrar a otros jóvenes. Una petición reiterada que nunca llegó a tener éxito y que la mala fortuna ha hecho que ya sea innecesaria.