EL DESTINO DE UN TESORO ARQUEOLÓGICO

El botín del Machu Picchu

Reivindicación 8 La actriz peruana Mahaly Solier exige a Yale que devuelva las piezas del Macu Picchu a Perú, el mes pasado.

Reivindicación 8 La actriz peruana Mahaly Solier exige a Yale que devuelva las piezas del Macu Picchu a Perú, el mes pasado.

EMILIO LÓPEZ ROMERO
NUEVA YORK

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Perú lleva años, décadas, luchando por intentar recuperar parte del botín que se llevaron los exploradores estadounidenses que descubrieron hace ahora casi un siglo el santuario inca del Machu Picchu. Desde entonces más de 46.000 piezas arqueológicas de incalculable valor histórico permanecen en poder de Yale, una de las universidades más prestigiosas del mundo, pero en los próximos meses volverán a su lugar de origen en las montañas de Urubamba tras una larga batalla judicial y diplomática.

Las primeras 300 piezas llegarán a Lima en primavera a tiempo para las celebraciones del centenario del descubrimiento del Machu Picchu por el explorador estadounidense Hiram Bingham. «Yale conservó piezas que de otra manera se habrían desperdigado en colecciones privadas o habrían desaparecido», concedió el presidente Alan García.

De momento continúan en los sótanos del museo Peabody pero la intención de las autoridades peruanas es empezar a exhibirlas a partir del verano en la Casa Concha de la Universidad San Antonio Abad, en Cuzco, donde la semana pasada se desplazó una delegación de Yale para conocer en primera persona el lugar donde se conservará el tesoro inca. El Ejecutivo de García ha iniciado ya los trámites para que el Congreso apruebe una partida presupuestaria para construir un nuevo museo.

Explorador polémico

El tesoro descubierto en el Machu Picchu llegó a los pasillos de la Universidad de Yale en 1912. Fue uno de sus investigadores, el polémico explorador estadounidense, quien los retiró de la ciudadela hace ahora un siglo. La universidad alega que la mayoría de las piezas son de su propiedad pero el Estado peruano se pasó años intentado demostrar que Bingham solo recibió autorización para llevárselos del país durante 18 meses. Casi cien años después todavía siguen en la costa este de EEUU.

El momento de mayor tensión se vivió hace ahora dos años, cuando el Estado peruano se cansó de los desplantes de la casa de estudios de New Haven (Connecticut) y presentó una demanda en su contra para exigir la devolución de más de 36.300 piezas de cerámica, casi 7.800 restos de huesos y cerca de un millar de objetos de piedra y metal. Un año después el Gobierno retiró la demanda pero meses más tarde amenazó de nuevo con volver a los tribunales.

De los juzgados pasaron a las altas esferas de poder. Las gestiones diplomáticas que se hicieron hasta lograr el compromiso de Yale fueron al más alto nivel. De hecho el presidente García llegó a enviar hace unas semanas una carta a su homólogo estadounidense, Barack Obama, para que ayudara al Estado peruano a recuperar las piezas «robadas»

del Machu Picchu. Lima ha argumentado siempre que salieron del país en calidad de «préstamo» y que Bingham se saltó a la torera lo pactado.

Un libro

El explorador llegó a escribir un libro a finales de los años cuarenta, La ciudad perdida de los incas, en el que aseguraba que fueron muy pocas las piezas que se encontraron en la ciudadela. Sin embargo el historiador peruano José Tamayo Herrera ha mantenido siempre que durante los cinco años que duraron las excavaciones el equipo de Bingham, financiado con dinero de la universidad de Yale y de National Geographic, peinó hasta el último metro cuadrado del Machu Picchu.

Considerado uno de los centros arqueológicos más importantes del mundo, el Machu Picchu es Patrimonio Cultural de la Humanidad desde principios de la década de los 80 y hace tres años fue incluido en la lista de las nuevas maravillas del mundo. Es el destino turístico más importante de Perú y uno de los lugares más visitados del continente suramericano.