DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA EPIDEMIA

¿El sida ya no da miedo?

En China 8 Niños de la ciudad de Linyi, en el este de China, escriben frases en un mural que recuerda a los afectados por el virus del sida, ayer.

En China 8 Niños de la ciudad de Linyi, en el este de China, escriben frases en un mural que recuerda a los afectados por el virus del sida, ayer.

ÀNGELS GALLARDO / Barcelona

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Una marcha multitudinaria y con velas encendidas subía por la Rambla, en Barcelona, las noches del primero de diciembre de hace 15 y 20 años, en una mezcla de acto de protesta y homenaje a quienes morían de forma terrible, por infecciones y cánceres concurrentes e intratables, dos o tres años después de sufrir una infección por el virus del sida. La queja en el día internacional contra el sida consistía en gritar consignas contra la Administración para que se sintiera presionado y acelerara la incorporación de los carísimos fármacos antisida, los eficaces antirretrovirales, a la lista española de medicamentos con financiación pública.

Esas sustancias aún no estaban autorizadas para uso masivo, porque todavía eran objeto de investigación, pero el Gobierno de EEUU y los de Europa acordaron saltarse los tiempos preceptivos y autorizaron su utilización antes de concluir todas las fases de estudio. El atajo normativo se consideraba justificado. Es lo mismo que exigían los manifestantes de la Rambla para los enfermos de aquí.

Nada de esto tendría sentido ahora en España, ni en el resto de Occidente, pero sí fuera de esa relativamente pequeña porción del mundo. El sida ha dejado de ser noticia aquí, o no lo es como entonces, porque los infectados -que siguen siendo incurables- no mueren por el VIH. No la mayoría. El sida causa la muerte a unas 170 personas en Catalunya cada año, muchas menos que la gripe. En todo el mundo, fallecen casi tres millones. La población española infectada por el virus del sida, 150.000 personas en cifras estimativas (30.000 en Catalunya), está en tratamiento permanente, cotidiano, desde el momento en que detectaron su contagio. El hospital que custodia su historia clínica los cita cuatro o cinco veces cada año, les analiza todos los parámetros sanguíneos relacionados con el VIH, y controla la salud de su corazón y la del hígado. De forma rigurosa. El sida sigue siendo un capítulo especial en los centros sanitarios.

Sin pánico

Y sigue infectando. Más de 600 personas, casi todas jóvenes, se contagian del VIH cada año en Catalunya (más de tres millones en todo el mundo), sin que esa noticia les provoque las crisis de pánico que sintieron sus predecesores. «Los infectados españoles por el VIH viven ahora de forma bastante confortable, y casi tantos años como la población sana -afirma Josep Maria Gatell, que atiende el sida en el Hospital Clínic-. Más del 50% de los que controlamos en este hospital han superado los 50 años, y, algunos pasan de los 80. Morirán de lo mismo que los demás de su edad». La única distinción hallada en estudios epidemiológicos es, si acaso, el acelerado envejecimiento en los afectados por el VIH. «Su edad fisiológica se acelera y a los 60 años parece que pasen de los 70», dice Gatell.

Lo que no querrían que ocurriera con este virus, reiteran los médicos, es que las nuevas generaciones de españoles despreciaran su infección, que olvidaran las formas de contraer el VIH y se reiniciaran los contagios masivos de hace 20 o 25 años. «Sufrir el VIH no es una broma -insiste Gatell-. Este virus sigue siendo un problema importante en la vida de quien lo contrae, una complicación que lo acompaña y le condiciona».

La infección es crónica y exige tratamiento diario si se quiere evitar que el sistema inmunológico merme hasta límites en que sea incapaz de ejercer su función defensiva frente a virus y bacterias. Los medicamentos, financiados, suponen un gasto destacable para el sistema sanitario público, y todo va bien si el infectado los tolera. Cuando no es así, cómo defenderlo del VIH se convierte en un enigma.