TRIBUNALES

Al menos 2 de los 8 exhumados de Olot tienen indicios de envenenamiento

Un mosso monta guardia en la residencia La Caritat, en octubre.

Un mosso monta guardia en la residencia La Caritat, en octubre.

FERRAN COSCULLUELA
GIRONA

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Los forenses están llevando a cabo una carrera contra reloj para averiguar si el celador Joan Vila asesinó a más ancianos internados en la residencia geriátrica La Caritat de Olot, además de los tres que ha confesado. De los ocho cuerpos exhumados el pasado lunes, los facultativos practicaron la autopsia a seis el martes y a otros dos ayer. En cuatro casos el asesinato ha quedado descartado, mientras que el equipo médico ha encontrado en dos cadáveres señales sospechosas que pueden ser compatibles con un envenenamiento con productos abrasivos, por lo que han decidido enviar muestras de tejido al laboratorio, según informaron ayer fuentes cercanas al caso. Por el momento no ha trascendido el resultado del estudio de los dos cuerpos restantes, que se llevó a cabo ayer.

Las mismas fuentes destacaron que los datos obtenidos no son concluyentes debido al avanzado estado de descomposición de los cadáveres, ya que estos ocho ancianos fallecieron entre febrero y septiembre pasados. Todo queda a la espera, por lo tanto, de los análisis que se realizarán a los tejidos afectados, cuyos resultados pueden tardar varios días en conocerse. El informe oficial de la autopsia que se practicó a los dos cuerpos que se exhumaron el pasado 23 de octubre, pertenecientes a dos de las mujeres que Vila confesó haber asesinado, tardó 11 días en llegar al juzgado. El responsable del Instituto de Medicina Legal de Girona, Narcís Bardalet, ya avisó el lunes de que los resultados definitivos de esta segunda ronda de autopsias se demorarán «bastante más tiempo».

MALESTAR EN LAS FAMILIAS / Algunos familiares de los ancianos cuyos cadáveres han sido desenterrados consideran que el juez se ha excedido al tomar esta decisión, ya que varios de los difuntos fueron velados en su lecho de muerte por sus allegados durante varias horas, por lo que consideran que es poco probable que fueran asesinados. No obstante, parece que en la decisión del magistrado ha pesado el hecho de que no haya quedado acreditada la presencia de un médico durante todos los decesos. El director de La Caritat, Joan Sala, reconoció que algunos fines de semana, en los que la médica del centro hacía fiesta y no estaba cerca de Olot, la facultativa realizaba por teléfono el seguimiento de los ancianos que se estaban muriendo. «La enfermera de guardia la llamaba y la doctora le explicaba lo que tenía que hacer y la dosis [de fármacos] que les tenía que suministrar», explicó.

Sala justificó esta práctica por el hecho de que la médica «se conoce como la palma de la mano» las historias clínicas de los internos y sabe en todo momento cuál es su estado de salud. «La residencia es como su casa, y muchos prefieren morir aquí que en el hospital», alegó. El director de La Caritat subrayó que en otros casos la doctora decidía enviar al anciano al hospital porque consideraba que el enfermo sufría una crisis que podía remontar.

El Col·legi d'Infermeria censuró la prescripción por teléfono y recordó que los enfermeros no deben suministrar medicamentos a los pacientes sin una orden «por escrito» del médico.