MOMENTO ÁLGIDO DE LA TEMPORADA

El sector forestal pide un carnet de 'boletaire' para proteger el bosque

Un aficionado, acompañado por un perro, observa un robellón recién encontrado en un bosque de Les Lloses (Ripollès), el sábado pasado.

Un aficionado, acompañado por un perro, observa un robellón recién encontrado en un bosque de Les Lloses (Ripollès), el sábado pasado.

MARÍA JESÚS IBÁÑEZ / Barcelona

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Primero fue una tímida reclamación. Pasado un tiempo, el tono se elevó. Este otoño, con los bosques llenos de setas -y de recolectores más o menos inexpertos- y aún cubiertos con restos de la madera caída en los temporales del invierno pasado, la reivindicación ya ha alcanzado grado de exigencia. Con la temporada en su apogeo, propietarios forestales, expertos en gestión del bosque y asociaciones científicas piden a las administraciones -sobre todo a la Generalitat, pero también a los ayuntamientos- que regulen de una vez la actividad en el bosque, con o sin pago de tasas. De entrada, coinciden todos, sería bueno empezar por la implantación de un carnet o licencia para quienes buscan setas, una práctica que en Catalunya congrega a miles de seguidores.

Las masas forestales, recuerdan los defensores de la medida, ocupan cada año más superficie en Catalu-nya. Sin ir más lejos, los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que, entre los años 2007 y 2008, el suelo boscoso creció en 18.000 hectáreas. El 80% de los casi dos millones de hectáreas son de propiedad privada.

Si a eso se le suma el hecho de que el grueso de la población catalana vive a menos de una hora de viaje del bosque, «el resultado es que la presencia humana en el medio natural se ha masificado hasta niveles difícilmente asimilables», afirma Joan Rovira, secretario general del Consorci Forestal de Catalunya, que agrupa a los propietarios privados forestales.

ZONAS DEGRADADAS / «En los últimos 20 años -agrega Rovira-, las actividades recreativas al aire libre se han multiplicado y eso ha provocado una sobrefrecuentación del bosque». «Eso ocasiona una degradación de las zonas donde se acumulan coches y basuras y que, en los casos más extremos, puede provocar incendios forestales en verano», advierte el portavoz del consorcio. En el diagnóstico coincide el Centre Tecnològic Forestal de Catalunya (CTFC), que lleva años estudiando el fenómeno.

«Hay soluciones, claro que las hay», asegura Juan Martínez de Aragón, micólogo, técnico del CTFC y experto en gestión forestal. Y apunta algunas posibilidades. La primera sería la redacción de una normativa específica. Otra pasaría, por ejemplo, por la delimitación de cotos de setas, similares a los que ya existen para la caza. Y una tercera alternativa, compatible con la anterior, sería la introducción del carnet deboletaire, que también propugnan los propietarios de bosques.

Encuestas hechas por el centro tecnológico revelan que «el 33% de la gente no tiene inconveniente en pagar una tasa por recoger setas», explica Martínez de Aragón. «Y el coto marcaría los límites del terreno en el que se puede o no se puede recolectar», añade el micólogo. La propuesta está inspirada en las experiencias que hasta ahora han puesto en marcha comunidades como Castilla y León, Andalucía y, a nivel municipal, Aragón y Navarra.

Lo que pasa es que «un sistema de permisos o licencias solo se mantiene gracias a una potente red de vigilantes, que garanticen que todo el mundo lleva su carnet», advierte Arturo Esteban, gerente del programa Myasrc de la Junta de Castilla y León, donde llevan ya años cobrando por recoger setas. La iniciativa, iniciada en Soria en el 2001, «es fruto de un proceso lento, que precisó de la concienciación de la población local, de empresas y de otros agentes implicados», indica el gerente.

TEST DE CONOCIMIENTOS / El permiso que expide la Junta de Castilla y León (con precios que van desde los 3 euros por temporada para los aficionados locales con fines recreativos hasta los 300 euros anuales que deben pagar los recolectores comerciales foráneos) no requiere de ninguna acreditación por parte del usuario, más allá de la de su lugar de residencia.

El CTFC propone que en Catalu-nya la licencia se obtenga tras superar un test de aptitud. «La idea es que el portador del carnet se haya sometido antes a un pequeño examen donde se le preguntará sobre normas cívicas básicas, conocimiento del bosque y variedades de setas», apunta Martínez de Aragón. El objetivo: reducir, de paso, los rescates e intoxicaciones deboletaires, tan habituales en esta época del año.

También los científicos están dispuestos a avalar la creación de un carnet. «Antes o después, habrá que poner un límite a la situación actual», admite Josep Girbal, presidente de la Societat Catalana de Micologia. En su opinión, el debate ahora abierto está más que justificado. «La gente ha perdido el respeto al bosque y ya va siendo hora de que se empiece a hablar de regular su acceso, de que haya una reglamentación».

Con todo, objeta Girbal, los micólogos no son partidarios «de cerrar el bosque, sino de regularlo», insiste. Tampoco acepta ponerle puertas al monte la Federació d'Entitats Excursionistes de Catalunya (FEEC), según recordó ayer un portavoz del organismo. La aplicación de una tasa o la introducción de un carnet deboletaire, indicaron, es harina de otro costal.

AUTORREGULACIÓN / «Lo que no puede hacer la Generalitat es implantar una tasa por un patrimonio que no es suyo», replican fuentes de la Conselleria de Medi Ambient. El Govern confía en que sea el propio sector el que acabe poniendo sus normas, «igual que ha ocurrido con la recolección de piñas, que se ha autorregulado, al negarse las empresas envasadoras de piñones a comprar producto del que se desconoce el origen», explican. Sobre el carnet, de momento, «no hay nada», dicen.