Análisis

Por qué Ascó puede y debe acoger el ATC

ANTONI TAHULL
Presidente de la Subcomisión del Sector Eléctrico del Col·legi d'Enginyers Industrials de Catalunya

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El Plan Nacional de Residuos Nucleares establece que los residuos radiactivos de alta actividad se almacenen durante 15 o 20 años en las piscinas de las propias centrales, y que pasado ese periodo -en el que la radiactividad y el calor se reducen a la sexta parte cada diez años- se guarden en una instalación especializada. En ella permanecerán hasta 60 años, transcurridos los cuales se decidirá su almacenamiento definitivo, su reprocesamiento para recuperar la energía remanente (más del 80% de la que el uranio tenía en su origen) u otras soluciones que el desarrollo de la técnica pueda facilitar.

Desde un punto de vista técnico, el almacén temporal centralizado (ATC) es una solución especialmente segura que garantiza tanto la protección contra las radiaciones ionizantes como la evacuación del calor residual y la protección física de dichos elementos. El entorno del ATC no se verá afectado por un incremento del nivel de radiación, ni se generará ningún riesgo que en términos objetivos no sea asumible. Su impacto será muy inferior al de las centrales nucleares en funcionamiento, que han demostrado durante más de 30 años ser completamente compatibles con el entorno. Un reciente estudio epidemiológico de la Universidad Rey Juan Carlos y el Consejo de Seguridad Nuclear demuestra que no existe ninguna afectación a la salud de la población situada alrededor de las centrales ni sobre el medio físico.

Podemos afirmar, pues, que el ATC es una instalación que garantiza la seguridad, flexibiliza la gestión del combustible gastado mientras se toman las decisiones sobre su tratamiento a largo plazo y crea oportunidades para que en el medio plazo se puedan aprovechar los avances tecnológicos que sin duda se producirán. Además, permitirá obtener energía remanente y facilitará el diseño del almacén definitivo, al que la radiactividad, el calor y el volumen de los residuos llegarán reducidos de forma muy significativa. Y Ascó tiene una ventaja adicional para acoger el ATC: en su entorno existen ya tres reactores nucleares operativos. Esto significa que existe una cultura, una tecnología y una experiencia de personas que durante mucho tiempo han dedicado su esfuerzo a la industria nuclear. La red de comunicaciones, por carretera y ferrocarril, es también la adecuada. Junto al ATC se crearán un centro de investigación tecnológica y un parque empresarial, con inversiones totales cercanas a los 1.000 millones de euros, conformando un importante foco de desarrollo y empleo cualificado. Ambos deberían diseñarse con visión de país e irradiar su actividad tanto a nuestras universidades como a las empresas que hoy desarrollan investigación avanzada en el campo de los materiales y del equipamiento para la industria energética.

El anuncio de que el Ministerio de Industria preferiría que el ATC se emplazase en Zarra (Valencia) no es bueno. Sería lamentable que la decisión final se tomase teniendo en cuenta la proximidad de las elecciones autonómicas de Catalunya y predominasen los criterios políticos sobre los técnicos, que colocan a Ascó como la opción óptima.