EFECTOS DEL REGRESO A LA RUTINA

El desánimo de septiembre

El regreso 8 Viajeros en el aeropuerto de El Prat.

El regreso 8 Viajeros en el aeropuerto de El Prat.

ANTONIO M. YAGÜE / Madrid

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Pese a no estar aceptado como una enfermedad por las clasificaciones internacionales, el llamado síndrome posvacacional regresa cada año con la rutinaria vuelta al trabajo de millones de españoles. El Instituto Superior de Estudios Psicológicos (Isep Clínic) cuantifica en un 35% de los trabajadores españoles, más de 6 millones de personas, los susceptibles de padecer estos síntomas.«Pero, claro, hay grados», matiza Ferran Martínez, psicólogo clínico de esta institución.

Lo cierto es que hasta hace unos años prácticamente se desconocía su existencia. Según los especialistas, puede deberse a que no se diagnosticaba o a que no estaba presente en nuestras vidas, por lo que podríamos estar ante un proceso fruto de la vida moderna.

Molestias transitorias

«Se trata simplemente de una especie de malestar genérico, una situación transitoria y normal, un proceso que genera una serie de molestias. Tampoco puede hablarse de una depresión», defienden el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Jerónimo Saiz, y Enric Aragonés, coordinador de salud mental de la Sociedad Española de Medicina de Familia (semFYC).

En cualquier caso, médicos y psicólogos coinciden en que el síndrome puede manifestarse de diversas formas y afecta a nuestro estilo de vida. Lo habitual a nivel físico es padecer un cuadro de debilidad generalizada y astenia, problemas de insomnio y somnolencia, falta de apetito, fatiga, capacidad de concentración limitada.«Pero no es más que una somatización de un malestar psíquico», según Humbelina Robles, investigadora de personalidad y tratamiento psicológico de la Universidad de Granada.

En el ámbito psicológico, es habitual la intolerancia al trabajo, caracterizada por una sensación de desidia y hastío, falta de interés, ansiedad y una profunda noción de vacío que puede desembocar en un sentimiento de angustia y llegar a bloquear y anular nuestra capacidad de decisión.«Molestias de tipo físico o psíquico todo el mundo tiene casi todos lo días. La gente es bastante sensata, no suele consultar al médico y se adapta fácilmente a la situación», relativiza Aragonés.

Los más afectados por estas molestias«leves y transitorias»suelen ser los que tienden a idealizar las vacaciones como la culminación de su bienestar personal y los que muestran de forma habitual malestar o disconformidad con su actividad laboral, según Martínez.«También hay más presión y más miedo: los trabajos requieren estar al 100% y tienes la espada de Damocles del despido encima», apunta Martínez,

Otros especialistas añaden entre los más afectados a quienes tienen unas vacaciones largas, agotadoras y sin un descanso adecuado.

Solo si al cabo de dos o tres semanas persisten los síntomas debe acudirse a la consulta, ya que«entonces podría tratarse de un trastorno de personalidad, depresivo u otra cosa»,según el responable de salud mental de la SemFYC.«El final de las vacaciones y la vuelta al trabajo puede significar una situación estresante pero sin punto de comparación con otras como la pérdida de un familiar, una separación o la pérdidadel puesto de trabajo»,remacha Aragonés.

El síndrome es menos frecuente entre los niños. Los pediatras apuntan que suelen afrontar la vuelta al colegio de manera positiva, aunque al principio echen de menos a los amigos de las vacaciones. Si cuando vuelven tienen problemas de rendimiento, puede que se deba a otros motivos, según Vanessa Fernández, psicóloga del Centro de Tratamiento de la Ansiedad y el Estrés de Madrid.

Recomendaciones

Uno de los consejos que más ofrecen los profesionales es repartir las vacaciones durante el tiempo estival y no volver justo el día antes de empezar a trabajar para que el cambio no sea demasiado abrupto. También proponen realizar actividades gratificantes e incorporarse en la rutina de forma gradual en la medida posible.

«¿Síndrome pos qué? Aquí no tenemos tiempo para eso», declaró ayer Sonia Pérez, secretaria en una empresa multinacional con sede en Madrid. El sociólogo Santiago Hernández dio otra visión más radical:«Hablar de síndrome posvacacional es una frivolidad. El síndrome de las personas sin empleo es el único del que podríamos hablar y de paso curábamos el de los que tienen trabajo».