BALANCE DEL PRIMER AÑO CON ORDENADORES PORTÁTILES EN LAS clases

Las aulas digitales sufren graves fallos en las conexiones

JORDI CASABELLA / Barcelona

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El vertiginoso desembarco de los pequeños ordenadores portátiles (netbooks) en los institutos y colegios concertados de Catalunya que imparten la ESO, que al inicio del nuevo curso, 16 meses después de la botadura de la experiencia, está previsto que lleguen a más de 100.000 alumnos, no ha estado exento de sobresaltos. Las incidencias más graves no son achacables, sin embargo, al reducido núcleo operativo dispuesto por la Conselleria d'Educació, de una forma un tanto improvisada, para poner en marcha el proyecto, bautizado como eduCAT1x1, que ha superado con nota la prueba de fuego, sino a las compañías encargadas de velar por el buen funcionamiento de las infraestructuras y las redes de telecomunicaciones.

Un prolijo informe del Consell Superior d'Avaluació del Sistema Educatiu en el que se valora el primer año de vida de la experiencia, al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, revela, a partir del testimonio de los directores de los centros educativos, que durante «semanas enteras» las conexiones han estado inoperativas, «lo que ha afectado a la actividad académica, ha perjudicado la tarea del profesorado, ha debilitado el proyecto a ojos de los padres, ha motivado las quejas del alumnado, ha originado gastos innecesarios y ha comportado un desgaste gratuito de los equipos de dirección».

La evaluación, la primera que se realiza, aunque «preliminar» y limitada, puesto que está basada en la información detallada facilitada por los directores de seis institutos y dos colegios concertados, no deja lugar a dudas sobre cuál ha sido la principal debilidad de la experiencia: los fallos en las conexiones, que han causado «incomodidad, tensión, pérdida de tiempo y trabajo adicional». «Telefónica, T-Systems y Elecnor», las tres compañías involucradas en las conexiones, «se pasan las culpas», opina una directora. El temor a que los problemas vayan a más pervive ante el aumento de centros adheridos al proyecto. «Si no espabilan con la tecnología, el próximo curso habrá un descalabro», vaticina el responsable de otro instituto.

EFECTOS SECUNDARIOS / Los fallos han forzado la masiva habilitación de planes B, como recurrir a la impresión de textos digitales para poder dar clase, y hasta «pueden haber hecho flaquear el interés de los alumnos por el uso educativo de los ordenadores», dice el estudio. Tampoco han contribuido a mejorar la imagen del proyecto entre los padres.

Pese a las críticas, el análisis (glosado en profundidad en la mitad inferior de estas páginas) corrobora el elevado valor que otorgan los enseñantes al trabajo con el ordenador. «Es una herramienta que ha cambiado el mundo y cambiará la educación. Incluso las personas más reacias entienden que es inevitable», sentencia una entrevistada.