Un metal cotizado

El robo masivo de cable se convierte en una lacra en todo el mundo

A. B.
BARCELONA

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Mal de muchos. Eso es en la actualidad el robo de cobre. Aunque está golpeando con dureza en territorio catalán, este fenómeno delictivo es una auténtica lacra planetaria que afecta no solo a los países de Europa Occidental, sino también a Norteamérica, el Magreb y el África subsahariana. Así, en países como Francia, Bélgica y Suiza, el robo de cobre ha causado auténticos estragos en la red ferroviaria, pues en esos países los ladrones se han especializado en sustraer los cables de alimentación de los trenes.

Durante los cinco primeros meses de este año, la SNCF (la RENFE francesa) ha reconocido que los robos de cobre han provocado retrasos en la circulación de 265 de trenes solamente en la región de Midi-Pyrénées. Durante una jornada fatídica, 20 trenes se quedaron sin poder circular a causa de ese tipo de sustracciones. La prensa de Tolouse bautizó aquella ola de robos como «El saqueo del cobre». El pasado 31 de julio, un rumano murió electrocutado cuando intentaba robar un transformador eléctrico en el departamento de Val d'Oise.

En Quebec (Canadá), la policía detuvo a principios de agosto a un individuo de 39 años al que acusan de varios robos de cobre en ese territorio.

AZOTE EN ÁFRICA / Otro país en el que el robo de cobre ha alcanzado tintes incluso de crisis política ha sido Argelia, donde la prensa habla ya de «la mafia del cobre» por los robos de las instalaciones de gas fabricadas en varias ciudades. Además, la sustracción de objetos fabricados con ese metal afecta también a países como Botswana o Benín, donde los medios de comunicación denuncian la multiplicación de ese tipo de robos.