investigación pionera en europa
Los antibióticos incrementan la polución de los ríos catalanes
Investigadores alertan del delicado estado que presentan el Ter y el Llobregat
El problema persiste. Desde hace ya décadas, las aguas de las comarcas catalanas con mayor actividad ganadera intensiva presentan dosis excesivas de sustancias contaminantes. Y aunque de un tiempo a esta parte la situación ha mejorado bastante –las máximas concentraciones se detectaron en el 2004–, estudiosos del Institut Català de Recerca de l'Aigua (ICRA) han detectado tasas preocupantes de antibióticos de origen veterinario en zonas como Osona y la Selva.
Las investigaciones del ICRA han advertido también de la presencia en el Baix Llobregat de fulerenos, unas nanopartículas descubiertas en 1985 y asociadas a la combustión de motores a altas temperaturas. En el mismo tramo final del río Llobregat se han localizado, además, hasta 22 pesticidas distintos.
Son sustancias que no llegan a la red de suministro para consumo humano, pero que generan serios problemas para la supervivencia de la fauna y la flora autóctonas. «El problema es que la Directiva Marco del Agua, que se ha de revisar en el 2015, no prevé criterios cualitativos, sino solo cuantitativos», señala Damià Barceló, director del ICRA y coautor de los estudios, que han sido publicados por la prestigiosa revista Journal of Hydrologyen un número especial sobre la región mediterránea.
La creciente presencia de antibióticos en las aguas de Osona –y también, aunque en menor grado, de la Selva– está estrechamente relacionada con la actividad ganadera, explica Barceló. En el área de Vic, buena parte de las 19 sulfonamidas de uso ganadero analizadas mostraban niveles que sobrepasaban los 250 milígramos por litro, cuando lo máximo permitido son 50.
«A diferencia de lo que ocurre con nitratos y pesticidas, no existe legislación específica sobre la contaminación por antibióticos, con lo que la Administración puede hacer poca cosa », observa el químico.
CONTAMINANTE EMERGENTE / Tampoco están todavía reguladas –al menos en Europa– las concentraciones de fulerenos, aunque la Agencia Americana del Medio Ambiente ya ha catalogado a estas partículas como «contaminantes emergentes, lo que significa que en un futuro próximo estarán legislados», indica Barceló. Estas sustancias, analizadas por primera vez en aguas europeas por el equipo del ICRA, se han hallado en porcentajes elevados en plantas depuradoras cercanas al aeropuerto de El Prat y a algunos polígonos industriales.
«En los ríos, estas nanopartículas se detectan en periodos de turbidez, ya que son elementos que tienden a depositarse con los sedimentos y solo vuelven a estar en suspensión cuando el agua está turbia», manifiesta el director de la investigación, que ha utilizado un sistema de extracción ultrasónica para poder realizar los análisis.
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