Reconversión en centros de educación ambiental

Exhibición de los delfines en el Zoo de Barcelona.

Exhibición de los delfines en el Zoo de Barcelona.

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Los grandes zoos europeos, consagrados durante décadas al simple coleccionismo animal, han iniciado una profunda transformación para convertirse en lo que la sociedad exige de ellos. Los parques, como reiteran los responsables del zoo de Barcelona, deben ser centros de educación ambiental, cría en cautividad y reintroducción. O eso o nada.

Todas los grandes parques están regulados por una directiva europea (1992) y una ley española sobre fauna silvestre (2003), aunque son las comunidades autónomas quienes luego velan por el cumplimiento de las normas y las inspecciones, como explica Olga Santacana, coordinadora de la Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios (AIZA). Entre otros aspectos, la normativa incluye las condiciones de conservación, el transporte y el cumplimiento del convenio Cites sobre tráfico internacional de especies protegidas. En el caso del zoológico de Barcelona, y salvo vetustas excepciones y decomisos policiales, todos los animales han nacido en cautividad o proceden de otros parques mediante acuerdos de intercambio y cesión.

Al margen de la falta de libertad, el delfinario es un blanco habitual de las críticas hacia el zoo barcelonés. La asociación ADDA, por ejemplo, sigue denunciando que el espectáculo se ha renovado hacia el conservacionismo, pero mantiene unas inadmisibles reminiscencias circenses. Santacana concluye que los asociados de la AIZA, entre ellos el zoo y el Aquàrium del Maremàgnum, se han marcado unos estándares de buenas prácticas aún más duros que la normativa, incluyendo dimensiones y climatización de las jaulas.