ACCIDENTE EN LA T-4 DE BARAJAS

153 muertos en el mayor desastre aéreo que sufre España en 25 años

Bomberos y agentes de la Guardia Civil inspeccionan el lugar.

Bomberos y agentes de la Guardia Civil inspeccionan el lugar.

MANUEL VILASERÓ
MADRID

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Un silencio aterrador. Ni un grito, ni una queja. Solo cuerpos carbonizados y unos pocos heridos que no sabían dónde estaban ni qué había pasado y preguntaban con angustia por sus familiares. Con este escenario se encontraron los primeros empleados de Barajas que llegaron al lugar donde a las 14.45 horas de ayer se estrelló el MD-82 de la compañía Spanair que se dirigía a Las Palmas de Gran Canaria. El aparato se desplomó pocos segundos después de despegar al estallar uno de los motores por causas desconocidas y quedó envuelto en llamas al chocar con una zona boscosa situada junto al final de la pista.

Casi de milagro, 20 personas lograron salir con vida, pero casi todas con heridas muy graves; el resto de los pasajeros y la tripulación, 152, eran los cuerpos carbonizados y destrozados que hallaron los primeros miembros de los equipos de rescate en llegar. Luego falleció en el Hospital de La Paz uno de los heridos graves. El balance convierte al siniestro de ayer en el más trágico ocurrido en España en los últimos 25 años. El peor en Europa en una década.

El avión iba a tope de su capacidad, hasta el punto de que varios pasajeros con plaza adquirida se quedaron en tierra poroverbooking. Viajaban a bordo 166 pasajeros, entre ellos dos bebés, y seis tripulantes, según la cifras facilitadas anoche por el Ministerio de Fomento. El vuelo debía haber partido de Barajas a la una del mediodía, pero un primer intento de despegue tuvo que ser abortado por problemas técnicos.

Varios pasajeros llamaron a sus familiares desde el interior del aparato para avisar de que la llegada se iba a demorar por una avería. El comandante les comunicó que se ha-

bía encendido una luz roja. Algunos aventuraron que quizá les iban a cambiar a otro avión. Pero se equivocaban. Los técnicos de Spanair revisaron el aparato y dieron vía libre a un nuevo intento de despegue. Luego algunos de los familiares acusaron a estos de "clara negligencia" y varios expertos apuntaron que en esta revisión podría estar "el meollo del accidente".

TANQUES LLENOS

El Macdonell Douglas volvió a rodar por la pista pero no pudo alcanzar más allá de 60 metros de altura, según un testigo que contempló desde otro avión que acababa de aterrizar cómo "explotaba el motor izquierdo" y una vez el aparato estaba en el suelo se produjo "otra explosión mucho más fuerte con una enorme bola de fuego". Los tanques de combustible transportaban unas 12 toneladas de queroseno, la cantidad necesaria para garantizar la llegada a un destino tan alejado como Canarias.

Un avión está preparado para seguir con el despegue aunque se incendie un motor, por lo que otra circunstancia desconocida debió de influir en la catástrofe de ayer. No es un incidente habitual, pero tampoco demasiado extraordinario. Serán las cajas negras, encontradas a las pocas horas del siniestro, y la investigación que ayer abrió la dirección general de Aviación Civil las que deberán aclararlo. Tanto la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, como el portavoz oficial de Spanair, Sergio Gallard, se remitieron a estas pesquisas antes de pronunciarse sobre cualquier hipótesis.

200 METROS

Los restos del avión quedaron esparcidos en un radio de unos 200 metros; la mayoría, sobre un pequeño bosquecillo situado al final de la pista que ardió durante varias horas regalando con su columna de humo la única imagen de la catástrofe que pudieron ofrecer a lo largo de la tarde las televisiones. El juez que se hizo cargo del caso prohibió después a los servicios de emergencia la difusión de cualquier imagen que hubieran tomado. Hasta casi la medianoche no aparecieron fotos de los restos del fuselaje.

Los primeros en llegar al rescate fueron unos empleados del aeropuerto que se encontraban en las proximidades. Uno de ellos contó a Telemadrid cómo atendió a "un ni-

ño que pedía que salváramos a su madre" y una madre que le imploraba que "buscara a su hijo". "Hablé con una señora que estaba completamente desorientada. Hablaba en inglés y apenas la entendía, pero la consolé como pude mientras llegaban las ambulancias", relató otro de los improvisados salvadores que sacaron del lugar a las primeras víctimas. Estos empleados y los primeros equipos de emergencias supieron desde el primer momento que la tragedia había sido de grandes dimensiones. Muchos de ellos no enten-

dían cómo una veintena de personas habían logrado sobrevivir al impacto y al terrible incendio.

DIFÍCIL RECUENTO

Tras activarse el plan de emergencia de grandes ca-

tástrofes, todos los grandes hospitales de Madrid se dispusieron a acoger a un gran número de heridos, pero a lo largo de la tarde se fue viendo que era un dispositivo inútil.

El cómputo de víctimas no fue nada fácil. A lo largo de la tarde se sucedieron versiones contradictorias sobre el número de pasajeros embarcados y la cifra de muertos debido a que algunos cadáveres quedaron descuartizados. Fomento precisó anoche que los cadávares registrados eran 152 y que se seguía la búsqueda de los restos de una última persona que también viajaba en el aparato. Contra lo que afirmaron algunas fuentes, entre los supervivientes no figuraban los dos bebés.