La estrategia

El 15-M refuerza su organización para encauzar el apoyo popular

Manifestación de indignados en la plaza de Catalunya de Barcelona el pasado domingo.

Manifestación de indignados en la plaza de Catalunya de Barcelona el pasado domingo.

FIDEL MASREAL
BARCELONA

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Tras unas manifestaciones que desbordaron las expectativas de los más optimistas, el movimiento de los indignados se prepara ya para lo que describe como una segunda fase de su actividad. Una nueva etapa consistente en articular la variedad de acentos expresados y apoyos recogidos en toda España el domingo.

Para hacerlo, una de las prioridades de los más activos en las diferentes comisiones es reforzar la cohesión interna y la fluidez de la comunicación con las 23 asambleas de barrios en Barcelona y el centenar de municipios catalanes que han constituido grupos de indignados.

En este sentido se habla de la posibilidad de establecer un grupo coordinador y de la utilidad de disponer de una sede. Un espacio físico que aleje definitivamente al movimiento de la plaza de Catalunya, donde únicamente se llevarían a cabo asambleas concretas, como la que el próximo domingo reunirá a los colectivos de barrios de Barcelona. El uso de las redes sociales seguirá siendo también clave para la comunicación interna entre los indignados.

RADICALIDAD Y APOYOS / La implantación del movimiento es una de las prioridades y está íntimamente relacionada con otra de sus tareas inmediatas: la definición de objetivos. No será fácil, admiten algunos, encontrar el equilibrio entre unidad y radicalidad. Definir contenidos con los que muchos se sientan identificados y que al mismo tiempo mantengan un tono de desobediencia

democrática.

Entre los objetivos concretos, se cita la posibilidad de usar las redes sociales para convocar un referendo sobre las reivindicaciones del 15-M.

En Madrid ya se habla de que esta consulta se abra el 15 de octubre. En Barcelona, los indignados no descartan avanzarla para que coincida con la votación de los presupuestos del Govern en el Parlament.

Otra de las prioridades será la de mantener las movilizaciones contra los desahucios. Ayer se logró impedir uno más, en el barrio de Gràcia de Barcelona. Se trata de un tipo de protesta que expresa radicalidad en forma de desobediencia civil y al mismo tiempo concita una amplia complicidad social. Los indignados quieren potenciar este tipo de actuaciones: objetivos asumibles que generen pequeñas victorias.

ALUD DE CONVOCATORIAS / Más allá de estas prioridades, aparece la lluvia de ideas propia de los indignados. Los hay que tienen en mente una huelga general, otros la ven un reto hoy por hoy inasumible. Se cita la necesidad de dirigir las acciones no solo contra el sistema político sino también ante los poderes económicos y financieros. Y mantener el contacto con reivindicaciones laborales en ámbitos como la sanidad y, a partir de otoño, la educación. Los hay que anuncian su participación en una marcha a pie hacia Madrid que saldrá de varias ciudades españolas el próximo sábado.

Todo ello en paralelo con el debate sobre las grandes ideas que deben figurar en el frontispicio del colectivo. En este sentido, frente a las voces que en la manifestación del domingo clamaban contra la legitimidad del Parlament, o las que insistían en afirmar que nadie les representa, otros opinan: «Yo sí quiero que alguien me represente en un futuro», y recuerdan que el movimiento es apartidista «pero no apolítico».

Lo que tienen claro es que para gestionar el apoyo recibido tratarán de evitar tanto las propuestas más extremas, que no concitan mayorías, como las que plantean convertir a los indignados en un partido político más.