«Si sientes ilusión, puedes luchar con cualquier cosa»

<b>El descenso en trineo en su modalidad de skeleton </b>ha llevado a Ander Mirambell a dos Juegos Olímpicos de invierno: Vancouver, en el 2010, y Sochi, el año pasado. Este barcelonés, el único olímpico español de esta disciplina, tomó carrerilla en el barrio de Sarrià.

Colegio Sant Ignasi  Pista de despegue olímpico«AQUÍ FUE DONDE EL PROFESOR DE GIMNASIA, EXJUGADOR DE RUGBY, ME VIO CORRER Y ME OFRECIÓ LAS ZAPATILLAS PARA COMPETIR POR PRIMERA VEZ»

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CARME ESCALES / BARCELONA

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"Cuando oigas 'ya', sales». Así de simple. Cuando Octavi Rosés, profesor de educación física en el colegio de Sant Ignasi-Jesuïtes de Sarrià, vio la marca que hacía su alumno en la pista de atletismo del centro, fue a buscar unas estupendas bambas de clavos, entre las muchas que guardaba de exatletas, y se las entregó. Con aquellas zapatillas de la talla 44, Ander Mirambell (Barcelona, 1983) salió a correr, al cabo de cinco días, una carrrera en Badalona, su primera competición individual como velocista. "Era un martes. El profesor  me las dio y me dijo que el domingo había una carrera en Badalona. Me dijo: Preséntate y, cuando oigas 'ya', sales", recuerda el exalumno y vecino de Sarrià.

Hasta aquel día, Mirambell solo había corrido tras el balón de fútbol junto a los compañeros de sus equipos juveniles: el Manresa, el Horta y el RCD Espanyol. Pero sus marcas rompiendo el viento empezarían a llevarlo, a partir de entonces, a campeonatos de Catalunya, de España y europeos de atletismo (Rennes y Moscú), en los que subió al podio en diversas ocasiones.

Romper el hielo

Hoy es el hielo lo que rompe, subido al trineo. Mirambell es el único atleta español que ha competido en unos Juegos Olímpicos en la modalidad deportiva del skeleton. "Corres 30 metros empujando el trineo, hasta que te estiras sobre él alcanzando hasta los 140 kilómetros por hora", detalla el atleta de Sarrià. Dentro de un canal cubierto de hielo, realiza sus marcas protegido con un casco, guantes, traje aerodinámico y zapatillas especiales.

Bastante más especiales fueron las que él mismo se fabricó para salir a competir su primera vez. La falta de recursos materiales estimuló la inventiva. "Enganché un rallador de queso en cada una de las suelas de unas zapatillas viejas", explica Mirambell. "Si sientes ilusión, puedes luchar con cualquier herramienta", expresa. Y ese es justamente el mensaje que late en las páginas del libro que resume su periplo como primer olímpico español de skeleton: Rompiendo el hielo (Plataforma Editorial, 2014).

La carrerilla que tomó Mirambell en Sarrià como estudiante de bachillerato le acabó llevando a los Juegos Olímpicos de invierno del 2010, en Vancouver, y a los de Sochi, el año pasado. Y ahora, con la vista puesta en la próxima cita olímpica, en Corea del Sur (Pyeongchang, 2018), alterna sus entrenamientos, en seco y en pista. En seco, lo hace en Catalunya (en Manresa, donde reside parte de sus días y en el CAR de Sant Cugat); y sobre hielo, en Innsbruck (Austria). En esta última ciudad es donde Mirambell pasa más tiempo. Austria es una de las mecas del deporte que el barcelonés eligió, tras conocer, en una cita deportiva en Calella, a un entrenador cuyo primo practicaba, en Italia, el bobsleigh -otra modalidad de deporte con trineo-, que descartó pero que le hizo descubrir el skeleton.

Perico con abuela vasca

Ander debe su nombre vasco a su abuela paterna, nacida en Gernika (Vizcaya).  Y su vínculo con Sarrià también lo construyeron sus antepasados. "Todos mis abuelos vivían en Sarrià", explica el deportista. "Durante los años de infancia que viví en Manresa y Terrassa, veníamos a verlos y a ver los partidos del Espanyol, porque a los 2 años ya me hicieron socio del equipo", dice.

"Soy de los pericos que lloraron el día que derribaron el antiguo campo de Sarrià", confiesa, quien en bachillerato volvió a vivir en Sarrià. "Fue un gran contraste con la vida que llevaba en Manresa", recuerda el vecino. "A partir de entonces, sería el niño de pueblo. Ese era mi mote en el colegio, por mi forma de actuar y ser. Yo tenía mucha facilidad de palabra, era muy abierto", rememora. "Estaba acostumbrado a pasar por la carnicería a recoger el encargo de mi madre, por ejemplo,  y aquí en la ciudad todo me parecía muy macro. Teníamos que coger el autobús para ir a comprar", explica Mirambell.

«Algo que me impactó mucho fue la fiesta de puesta de largo que hacían todos mis compañeros de clase al cumplir los 18. Yo no la quise hacer. Preferí salir a comer un buen entrecot con mis amigos», relata. «Sarrià tiene la estructura de pueblo, pero el ambiente no era el que yo conocía de pueblo de verdad», compara el skeletoniano, que logró el 23º puesto en el Campeonato de Europa en La Plagne (Francia) el pasado enero. En noviembre, Mirambell, que también trabaja para el proyecto LFP World Challenge de la Liga de Fútbol, participará en la Copa del Mundo de Skeleton. Con su trineo espera cumplir un sueño: asistir a los JJOO del 2018 equipado «con marcas de casa», y no de firmas australianas o canadienses como hasta ahora.