"Las obras parecían imposible por las deudas de la comunidad"

“¿Cómo íbamos a plantearnos obras en el edificio cuando hay vecinos que ni siquiera pagan la cuota de la comunidad?”, explica Ramón Armengol. Entre los impagos, contabiliza 4.000 euros de un vecino, “que ahora tendrá que asumir el banco, que se ha quedado con el piso” y otros tres, con cantidades más modestas. Pero queda claro que las cuentas de la comunidad no estaban para reparar las flagrantes deficiencias que se aprecian nada más acceder al bloque. “El rellano y las escaleras de la planta baja están reventadas de la humedad por las minas de agua bajo el inmueble; el rellano se encharca en verano y las plantas bajas sufren mucha humedad”, asegura Ramón, de 45 años.

Pero en los 8 años que lleva viviendo en Santa Coloma, este antiguo vecino de Castelldefels siempre se ha encontrado con serios problemas para que los 16 vecinos del inmueble se pusieran de acuerdo “para mejorar su propia residencia”. “No se podía pactar nada, ¡ni para cambiar el portero automático!”, lamenta. “La labor de los mediadores del ayuntamiento y las condiciones que han planteado han desbloqueado una situación inamovible durante años”, añade.

Ramón se muestra satisfecho de que las mejoras se vayan a hacerse realidad sin deteriorar la convivencia entre vecinos. Y aboga por exportar el modelo a otras ciudades. “En el piso donde viven mi exmujer y mi hija, en Castelldefels, no pueden arreglar la fachada, que está que se cae, porque no quieren el vecino de arriba ni el de abajo -expone-. Ojalá el ayuntamiento de allí interviniera para evitar que algún día pase una desgracia”.