UNA historia de sant martí... Centro Abraham

Un solo templo para el diálogo de las religiones

La parroquia del Patriarca Abraham nació como centro de culto para los atletas del 92

Forma de pez  8 Su arquitectura destaca por sus líneas curvas

Forma de pez 8 Su arquitectura destaca por sus líneas curvas

CRISTINA ASIÁN
BARCELONA

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El Centro Abraham (Jaume Vicens i Vives, 6) fue construido en 1992 como espacio de culto para todos los deportistas participantes en los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. En la práctica, un espacio común para todos los credos.

Para Jaume Aymar, uno de los sacerdotes que participó en el proyecto del nuevo templo, el Centro Abraham evocaba, ante todo, convivencia. «El diálogo interreligioso consiste en una esperanza para la paz social a partir de un proyecto común para diferentes personas con sus particulares convicciones», afirma Aymar.

En esa misma línea, Ricard Pié, doctor en arquitectura, subraya su loable objetivo. «El centro ecuménico quería ser un lugar de encuentro y un espacio para el diálogo y de búsqueda de la paz. Desgraciadamente, el devenir de la historia reciente, ha truncado aquellas esperanzas», recuerda Pié.

Terreno expropiado

Las obras empezaron el 24 de diciembre de 1990, con la bendición y la colocación de la primera piedra por parte de Ricard María Carles, arzobispo de Barcelona.  «El proyecto, desde el punto de vista arquitectónico, me parece magnífico, más aún si valoramos el solar imposible que se le adjudicó de buen principio, largo y estrecho, expropiado de la industria», cuenta Pié.

Pasados los Juegos, el templo se convirtió en la Parroquia del Patriarca Abraham y actualmente acoge a católicos, además de un grupo de anglicanos reformados que acude puntualmente los domingos por la tarde. «La parroquia es muy joven y poco a poco va consolidándose como referente del barrio de la Vila Olímpica», afirma su rector, Gabriel Carrió.

A vista de pájaro, el Centro Abraham, obra de los arquitectos Joseph Benedito y Agustí Mateos, revela la figura de un pez, un signo interreligioso claro. Para Aymar, esta forma le da «un tono muy interesante de vivencia comunitaria de la propia fe»

Las líneas son curvas y limpias, la arquitectura diáfana y predomina el blanco riguroso en paredes y fachadas. Esa misma simplicidad también inunda su majestuoso interior. Una buena muestra es el  retablo escultórico del altar mayor, firmada por Josep Maria Riera i Aragó. H