SANT MARTÍ
Sin nada que esconder
El Club Català de Naturisme celebra el 40º aniversario manteniendo la defensa del nudismo en comunidad
Fuera del Hotel & Spa Villa Olímpica del barrio del Poblenou llueve a cántaros, pero dentro, en su balneario, una treintena de personas se lo pasa en grande. Un padre juega con su hija y su sobrina pequeñas, chapoteando entre los surtidores de agua, mientras una pareja de jubilados charla animadamente en un jacuzzi cercano. Entretanto, un grupo de hombres salen de la sauna y se dirigen a la piscina de agua templada, saludando a los que ya están dentro. Podría ser un viernes de relax cualquiera pero los usuarios del spa forman parte del Club Català de Naturisme. Y están completamente desnudos.
Desde su sede, ubicada en la calle de Pere Vergés (en el barrio de La Pau), la asociación Club Català de Naturisme difunde y promueve el nudismo organizando distintas actividades en la naturaleza, en las playas y en centros naturistas. "Nuestro objetivo es que la sociedad entienda y acepte el nudismo como algo normal para que se pueda disfrutar de forma natural", explica el presidente de la asociación, Segimon Rovira.
Pertenecer al club les proporciona a los socios un carnet naturista internacional para poder acceder a distintos centros en todo el mundo, descuentos en todas sus actividades y un boletín trimestral con artículos sobre salud, medioambiente y nudismo.
Este año la asociación celebra su 40º aniversario y conmemora el coraje de un pequeño grupo de personas que se enfrentaron a la moral de la época franquista, arriesgándose a que la Guardia Civil les multase o incluso les detuviese. "Se reunieron en Francia de forma clandestina y se legalizaron como asociación en Barcelona en 1977 -recuerda Rovira- y, después de la reforma de la ley en los 80, no es que el nudismo estuviese aceptado, pero ya no estaba prohibido en el espacio público".
El Código Penal anterior a 1988 consideraba delitos de escándalo público acciones como tomar el sol en toples o mostrar afecto a tu pareja en público.
Y es que, aunque la percepción moral ha evolucionado, los socios comentan que la práctica del nudismo sigue sin estar del todo aceptada en la sociedad. "Puede ser por miedo o vergüenza -explica Maria Cristina Aranda, socia del club desde hace 15 años-. Pero también hay gente que relaciona el nudismo con el sexo". "Pero a los que vienen por eso se les pilla rápido, porque nosotros solo disfrutamos de la naturaleza y de poder bañarnos con total libertad", añade su marido, Jordi Guardiola.
Quitarse prejuicios
Asimismo, todos los socios coinciden en la sensación de libertad y el gozo que les proporciona la práctica del nudismo en comunidad. "Por eso animamos especialmente a los jóvenes a unirse al club -argumenta el presidente- para incrementar nuestra masa social pero también como ejercicio de paz y de quitarse prejuicios de encima".
Como Jordi G., que ha traído a su familia al spa: "Hago nudismo desde los 18 y ahora que tengo una hija quiero transmitirle este bienestar porque creo que es bueno para su educación". "Aquí hay gente muy maja y abierta -bromea Guardiola-. Como se nos ve todo, no tenemos nada que esconder. No como los políticos".
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