UNA historia de SANT MARTÍ... la chimenea de Can Folch

Un símbolo de la Manchester de Catalunya

La torre de 54 metros es lo único que queda del pasado industrial de la actual Vila Olímpica

De ladrillo y acero 8Perteneció a la fábrica Folch, que produjo harina.

De ladrillo y acero 8Perteneció a la fábrica Folch, que produjo harina.

EL PERIÓDICO
BARCELONA

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La fábrica Folch fue una de las industrias asentadas en el actual barrio de la Vila Olímpica, una zona que, debido a su potencial, se conoció en sus años de esplendor como la Manchester catalana. De aquella fábrica, que se construyó en 1898, solo queda un testigo: una de las dos chimeneas.

Casi enfrente de las torres Mapfre, en la calle de Salvador Espriu, en lo que fue el solar de la empresa, emerge una monumental y solitaria chimenea de 54 metros de altura. Es, como recuerda la documentación municipal, «el último vestigio del rico patrimonio arquitectónico industrial de un barrio, que a finales de los años 80, tenía 157 empresas entre las que destacaban Catalana de Gas, Nissan Motor Ibérica y la fábrica Folch».  Los terrenos se vendieron y se dio por cerrado el pasado industrial para crear lo que hoy es el barrio de la Vila Olímpica.

Can Folch tuvo diversas funciones: harinera, fábrica de hielo, destilería de alcoholes industriales y, finalmente, almacén. La fábrica cesó su actividad en 1970 y en agosto de 1987 sucumbió a la voracidad de las máquinas excavadoras.

Restauración

Para ver de cerca la chimenea hay que descender por unas escaleras hasta los jardines Atlanta. En la base del monumento hay una placa que informa de la historia de la fábrica a los que no la conocen y refresca la memoria a aquellos que habían oído hablar de Can Folch. La placa contiene la leyenda: «Esta chimenea, construida entre los años 1898 y 1900, ha sido restaurada para que quede en la Nova Icària como testimonio industrial del barrio». La restauración se culminó el 10 de febrero de 1992.

Carme Porta, vecina de toda la vida del barrio de la Barceloneta, recuerda qué fue Can Folch. «Un amigo de la familia se interesó por la fábrica y nos contaba cómo soltaba la chimenea el humo que producía la combustión del carbón», explica.

Vecinos de la Vila Olímpica apenas prestan atención a esa torre de ladrillo y acero. «La verdad es que apenas me había dado cuenta de que era una chimenea. Pensaba que era un depósito de agua», afirma Neus Sala.