Fuentes, historiador: "Me emociona investigar sitios de mi distrito"

Sant Andreu guarda un notable y algo desconocido patrimonio histórico. Sergio Fuentes, historiador del arte y autor de un libro sobre la iglesia de Bon Pastor, ha dedicado buena parte de sus estudios a este distrito.

En el epicentro del distrito  8 Fuentes posa en la plaza de Orfila.

En el epicentro del distrito 8 Fuentes posa en la plaza de Orfila.

ANNALISA PALUMBO / BARCELONA

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Sergio Fuentes Milá (Barcelona, 1986) es un historiador del arte de la Universitat de Barcelona. A pocos meses de acabar el doctorado, enseña a sus alumnos que la historia no se ha terminado de contar y que hay que mirarla con espíritu crítico.

-¿Cuando decidió estudiar historia del arte?

-Lo tenía claro desde la educación secundaria. Había pocas clases de arte y empecé a leer por mi cuenta. Pensé que hubiese sido genial poder dedicarme a la historia del arte, investigar la ciudad. Y aquí estoy.

-Investigando sobre el patrimonio de Sant Andreu. 

-Bueno, en realidad empecé a investigar obras en la ciudad de Barcelona. A pesar de haber crecido en Sant Andreu, el trabajo sobre su patrimonio me viene un poco de rebote.

-¿En qué sentido?

-Durante mis estudios me topé con la figura de un arquitecto catalán, Josep Domènech Estapà (1858-1917). Fue el arquitecto municipal del pueblo de Sant Andreu cuando todavía no había sido englobado en el Ayuntamiento de Barcelona. Algunas de sus mayores obras todavía se conservan.

- ¿Por ejemplo?

-La iglesia de Sant Andreu de Palomar, que en realidad es el detonante para que Domènech asuma el cargo de arquitecto municipal. El arquitecto que proyectó la iglesia y su cúpula fue Pere Falqués, pero a los tres meses de su construcción, la cúpula se derrumbó. Domènech relevó en el cargo a Falqués, y volvió a construir la cúpula con otras características. Y ahí sigue, aunque su estado es deplorable.

-Debe ser emocionante investigar sitios del distrito donde ha vivido.

-La verdad es que sí. Aprendes muchas cosas y puedes contestar las preguntas que te planteabas de niño. Yo, por ejemplo, me preguntaba el porqué de las direcciones de las calles. Ahora se que se debe a las rieras de Sant Andreu y de Horta, que provocaban inundaciones.

- ¿Trabajar en su barrio ha sido un estimulo más para su carrera?

-Me ha hecho apreciar más mi trabajo. Poder trabajar en algo que has tenido delante toda tu vida te hace valorar mucho más las posibilidades que tienes. E investigar la figura de Domènech también tiene que ver con algo que no entendía de pequeño: el querer etiquetar a toda costa muchas obras como modernistas.

- ¿Qué hay de malo en eso?

-Nada siempre y cuando realmente sean modernistas. Este concepto se ha extendido solo porque vende, es una marca. Domènech era un antimodernista convencido. Yo no lo soy, pero sí creo que hay que ser crítico y no confiar a ciegas en lo que nos cuentan los libros. Esta es la parte que más puedo desarrollar con mi trabajo de docencia. La actualización.

-Actualización e historia parecen conceptos opuestos. 

-No lo son. Me gusta enseñar y hacer que los chicos sean críticos, que observen, investiguen y crucen datos. Para mí todo va junto. Investigar, curiosear, actualizar. Los estudiantes tienen que hacer y hacerse preguntas, tienen que encontrar la forma de utilizar las herramientas modernas para reconstruir el pasado.

-¿Usted lo ha logrado? 

-En un caso, sí. Mi primera investigación, que se convirtió en mi tesis de máster, fue acerca del Palacio de Bellas Artes de Barcelona, derribado después de la guerra civil por los daños sufridos por los bombardeos. Con una compañera arquitecta, conseguimos reconstruir la maqueta de este edificio. Tocarlo. Resucitar algo que ya no existe, aunque sea en miniatura, utilizando lo que hoy tenemos a disposición. Esto, para mí, es actualizar.