ENFERMEDAD EMERGENTE

Los niños de familias pobres sufren el doble de obesidad que los de las ricas en Catalunya

Comedor escolar

Comedor escolar / RICARD CUGAT

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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Los años de crisis económica no han modificado los hábitos alimenticios de las familias situadas en la franja alta de la sociedad, pero sí los han relegado a un peligroso segundo plano en los estratos de clases media y baja de Catalunya, que, por múltiples motivos, han fijado como criterio prioritario al organizar su nutrición que la comida sea barata, saciante y fácil, muy fácil, de preparar.

Esta circunstancia se ha traducido en una concentración del exceso de peso en las clases más empobrecidas de todas las edades, aunque es la franja infantil la que preocupa de forma especial a médicos y responsables sanitarios. La encuesta de salud del 2014 de la Generalitat –la última publicada- refleja que aunque la proporción total de niños de 0 a 14 años que sufren obesidad o sobrepeso apenas ha variado, o incluso ha descendido algún punto en el último quinquenio y sigue estando próxima al 31% de esa población, resulta que, observando la situación económica y la posición social de las familias se perciben unas notables diferencias: un 20,1% de los pequeños adscritos a la clase social baja son obesos, enfermedad que solo afecta a un 9,6% de los chicos de clase alta. Entre los de clase media, el 13,4% sufre obesidad y el 19%, sobrepeso.

EL PESO COMO INDICADOR SOCIAL

“Entre los niños de las familias de renta baja existe el doble de obesidad que en los de clase alta –confirma Gemma Salvador, dietista nutricionista de la Agència de Salut Pública de Catalunya (ASPC)-. Esta desproporción está relacionada también con el nivel de estudios alcanzado por los padres de esos niños. Las familias con bajos recursos son las más vulnerables, por este motivo, a padecer enfermedades cardiovasculares y diabetes”.

Sufrir obesidad en los primeros años de la vida incrementa de forma importante el riesgo de sufrir alteraciones coronarias, cardiacas, metabólicas, articulares y algunas formas de cáncer al alcanzar la edad adulta, además de hipertensión, artrosis, gota y trastornos psíquicos, añade la especialista.

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Entre la población adulta el exceso de peso enfermizo se ha consolidado como un buen indicador del estrato social al que la vida adscribe a cada cual. La polarización va en aumento, a medida que mengua la denominada clase media y crece la pobreza. La encuesta de la Conselleria de Salut antes citada indica que un 8,3% de los catalanes de clase alta sufre obesidad y un 42,1% sobrepeso (estadio previo a la patología). La obesidad alcanza al 20,2% de los adscritos a la clase baja y al 16% de quienes se consideran de clase media: el peso enfermizo casi se triplica entre los pobres.

CONTROL EN LOS COMEDORES ESCOLARES

Los servicios dietéticos de Salut se marcaron hace casi un decenio revertir lo que consideran una peligrosa tendencia social: España es el tercer país europeo –después de Grecia e Italia- con niveles más elevados de obesidad en todas las edades, destacando la infantil. Los especialistas relacionan este dato con los actuales registros de mortalidad: las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en la actualidad en España, avanzando al cáncer. Las intervenciones de las Administraciones sanitarias en este tema han sido, hasta ahora, poco exitosas.

“Nuestra intervención siempre ha se ser en forma de recomendaciones, porque no podemos ordenar qué comida deben comprar las familias ni tampoco dirigir este aspecto en los centros escolares –explica Gemma Salvador-. El foco principal, no obstante, lo ponemos en las escuelas. La estrategia se centra en asesorarles de forma exhaustiva, para que les sea cómodo adaptar los menús a la forma sana de alimentarse. No podemos multar a las escuelas que no cumplan nuestros consejos”.

La Generalitat puede “supervisar y revisar” los menús que sirven las escuelas, pero no realiza inspecciones de control en las cocinas de los colegios. “Los comedores escolares no nos engañan, ni se niegan a informarnos de lo que sirven en los platos",-asegura. Las escuelas tienden a reducir las raciones de carne roja, factor que, junto al coste de los salarios del personal, determina el gasto en alimentación del alumnado. “Eso es justamente lo que nosotros recomendamos incide Salvador-. Potenciar la verdura, introducir las legumbres como plato único y no dar carne más de dos días a la semana”.    

De momento, han conseguido que “un 80%” de las escuelas catalanas hayan sustituido los postres lácticos o la bollería industrial por fruta fresca. “Ya no se sirven tantos sanjacobos [cerdo rebozado], croquetas o fritos en los comedores escolares –afirma Salvador-. Los mensajes van calando como lluvia fina, pero la diferencia persiste en los centros que escolarizan a los niños de familias con pocos recursos, en comparación con los de clase alta”.

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