DESESPERACIÓN DE AQUEJADOS DE UNA GRAVE DOLENCIA

"Mi marido se muere"

Unos 80 enfermos de hepatitis C pasan las Navidades encerrados en el hospital Doce de Octubre Los afectados no entienden que se hable de dinero cuando la vida está en juego

Pancartas 8 Uno de los participantes en el encierro indefinido en el hospital Doce de Octubre de Madrid hace la señal de la victoria, el miércoles.

Pancartas 8 Uno de los participantes en el encierro indefinido en el hospital Doce de Octubre de Madrid hace la señal de la victoria, el miércoles.

MANUEL VILASERÓ / MADRID

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Llevan una semana viviendo en el vestíbulo del hospital Doce de Octubre de Madrid y van a pasar ahí las Navidades y «todo el tiempo que haga falta». «Nochevieja, Año Nuevo, Reyes y Semana Santa si es necesario», hasta que a ellos o a sus familiares les proporcionen el medicamento que les curaría la hepatitis C que les está llevando a las puertas de la muerte. Son unos 80 y cada día que pasa están más enfadados.

Quien habla es Leonor Sinaí Crespo, de 56 años, cuyo marido ha superado ya tres tumores, uno de ellos con una operación de nueve horas, y se encuentra en la fase 4 de cirrosis, la más avanzada. Hace tres meses que le recetaron los nuevos fármacos en el hospital La Paz-Carlos III, pero siguen sin suministrárselos. «Mi marido se muere, la salvación depende de ellos y ni siquiera nos contestan. Llegará un momento en que se la darán y ya no servirá de nada. Es cuestión de días», se lamenta esta mujer, que siempre pasaba las Navidades con toda su familia en Barcelona pero que este año tomará los turrones con sus compañeros de protesta. «¿Qué puedo hacer más para que mi marido no se muera? Si me dijeran 'átate a un árbol', lo haría. Y como muera no sé lo que va a pasar...», grita indignada a la puerta del hospital.

¿Por qué contra el cáncer sí?

Leonor y sus compañeros tienen la fuerza que da la desesperación y el convencimiento de que les acompaña la razón. Su argumento es inapelable y lo brinda así Yolanda: «Nostros no tenemos por qué estar hablando de los precios de los medicamentos. Pagamos nuestros impuestos igual que todo el mundo y si hay un medicamento que no va a salvar la vida tienen la obligación de dárnoslo». «¿Es que los tratamientos contra el cáncer los van a dejar de dar porque son caros?», se pregunta.

Desde que estos indignados han acampado en el vestíbulo ya han perdido a una compañera. La enfermedad no la dejó esperar más. Temen que en los próximos días caigan otros mientras oyen que la Comunidad de Madrid «ha puesto en marcha un plan» y que el Ministerio de Sanidad se ha comprometido a administrar los nuevos antivirales con «criterios clínicos».

«¿Qué criterios se aplicaban hasta ahora si no eran clínicos?», se pregunta Yolanda que, como el resto de compañeros de protesta, no se creerá nada de lo que anuncien hasta que los milagrosos fármacos empiecen a administrarse sin dilación cuando lo prescribe el médico.

Una buena parte de los que protestan no están en la fase más grave. Es el caso de Gracia de Miguel. Lleva más de 20 años con la dolencia a cuestas. No está en fase avanzada, pero ha sido a costa de tomar medicamentos con «efectos secundarios salvajes». Desde su silla de ruedas exige -y con ella, miles de enfermos en situación similar-  que le curen con el nuevo fármaco antes de llegar al estado crítico. «Si me lo dan ahora la curación es completa, pero cuando el hígado ya está dañado la situación puede ser irreversible», alerta.

El enfado con el Ministerio de Sanidad es tremendo. Creen que las administraciones tienen múltiples soluciones en su mano. «Por qué no expropian la patente a la farmacéutica», pregunta Yolanda. Otra mujer extiende la crítica más allá: «Tanto que se habla de la bandera y de España y no se ocupan de los españoles. Esto que están haciendo es inhumano».