La droga menos temida

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icoy34440971 cocaina esnifar esnifa 12718714 young woman snorting coca160624195128 / EL PERIÓDICO

ÀNGELS GALLARDO / BARCELONA

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La adicción a la cocaína es la menos aparente de las dependencias -los vecinos de un desmedido consumidor de coca tal vez no perciben nada raro en él, salvo una cierta irritabilidad-, pero es una de las más destructivas del ser humano. Altera las funciones cardiacas, cerebrales y psíquicas, acaba con el patrimonio económico de la familia, destroza la vida laboral y suprime la red de amistades de quien empezó festivamente probando una raya. La estadística epidemiológica indica que un 4,4% de la población de Catalunya consume cocaína, una proporción en constante incremento. 

La dependencia de la coca es el segundo motivo de demanda de tratamiento para dejar una droga que atienden los hospitales catalanes, tras el alcohol. La cocaína supera en esto a la heroína y al cannabis, aunque las cifras de afectados por el consumo de hierba van acercándose a las que motiva la hoja de coca. Una de las peculiaridades observadas en quien mantiene un consumo descontrolado y enfermizo de cocaína es su vulnerabilidad al "ambiente" en que se ha esnifado una raya. Esa relación, comprobada en ratas de laboratorio por investigadores de la Universitat Pompeu Fabra, equipo que dirige el doctor Rafael Maldonado, se traduce en un deseo inconsciente de tomar droga cuando el individuo percibe algún detalle -luces rojas en la jaula de las ratas- que le recuerda anteriores momentos de consumo.

"La adicción transforma el cerebro, pero hay factores ambientales muy importantes que condicionan esa adicción -afirma el doctor Rafael de la Torre, del Instituto de Neurociencias del Hospital del Mar, que investiga la dependencia de la cocaína-. En determinados ambientes, ante personas, estímulos musicales o visuales concretos, vuelves a necesitar la droga. De esto se deduce que para acabar con la adicción es preciso modificar hábitos sociales, lugares que se frecuentaban e incluso amistades".

DEPENDENCIA INADVERTIDA

La coca es la droga que más cuesta identificar como sustancia de la que se sufre dependencia, asegura Marta Torrens, del servicio de psiquiatría y adicciones del Mar. “Sigue siendo una droga que se asocia a la fiesta, a los ambientes lúdicos, a sensaciones agradables que suceden en grupo y tomando alcohol [un 70% de los consumidores combina ambas sustancias] -describe Torrens-. Es muy fácil de conseguir. Alguien te presenta la droga en una fiesta de verano, te asegura que ‘no pasa nada’ por probar, y, ese día, esnifas una o dos rayas. Ji, ji, ja, ja, y ya está. Hasta el siguiente fin de semana”.

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A diferencia de otras drogas, la dependencia de la cocaína no exige una toma diaria. “Si combinas coca y alcohol, el polvo te permite beber más de lo habitual sin que, aparentemente, sean evidentes los efectos. Pero no es así”.

CANSANCIO, SUEÑO Y HAMBRE

Del consumo mensual, se pasa al semanal, y de este a varios días entre semana. Lo único que perciben quienes ya han generado una dependencia que no identifican es un intenso cansancio, sueño y hambre los días en que no consumen. “El día que comprueban que, a pesar de todos los problemas que les causa esta droga, no pueden dejar de consumirla, entienden que sufren una adicción”, sintetiza la psiquiatra.

Con frecuencia, estos adictos sufren alteraciones del ritmo cardiaco -no es raro que hayan superado algún infarto de miocardio-, tienen hipertensión y muestran un deterioro cerebrovascular que los mantiene en constante riesgo de sufrir un ictus. Pueden sufrir episodios de epilepsia. Cuando su tolerancia a la droga les exige tomar una cantidad desproporcionada, los episodios de euforia que propicia la droga se intercalan con periodos de profunda depresión. En esas fases, pueden sufrir brotes psicóticos, una despersonalización susceptible de causar esquizofrenia irreversible. También experimentan episodios delirantes, una impulsividad que los pone en peligro y periodos de febril paranoia.