La ansiedad debida a la crisis aumenta los casos de bruxismo

Entre el 10% y el 20% de la población aprieta o hace rechinar involuntariamente los dientes, lo que desgasta las piezas

EN LA CONSULTA. Núria Osorio, paciente de la odontóloga Sandra Raya, en una visita de control de la férula de descarga que lleva para rebajar la tensión muscular y el desgaste de los dientes provocados por el bruxismo.

EN LA CONSULTA. Núria Osorio, paciente de la odontóloga Sandra Raya, en una visita de control de la férula de descarga que lleva para rebajar la tensión muscular y el desgaste de los dientes provocados por el bruxismo.

CARME
ESCALES

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Algunos días, al levantarse por la mañana, Núria Osorio sentía la musculatura de la cara contracturada. Aparentemente, había dormido bien. Pero el avanzado desgaste de sus dientes y muelas, a los 34 años, hizo sospechar a su dentista que padecía bruxismo: el rechinar de dientes involuntario que se produce durante el sueño, según lo define la Real Academia Española.

«Es un movimiento parafuncional de la mandíbula, liberador de estrés, que puede cursar apretando, juntando, golpeando o rechinando los dientes», concreta la doctora Sandra Raya, odontóloga y profesora especialista en higiene bucodental en el IES Salvador Seguí, en el distrito de Sant Martí de Barcelona. «Todas esas acciones que provoca el bruxismo tendrán una repercusión a nivel dental y periodontal (afecta al tejido que rodea a la raíz de los dientes, entre la mandíbula y el hueso)», señala la odontóloga. «De manera secundaria, también afectarán al aparato musculoesquelético craneomandibular, que comprende hueso, articulaciones y músculos, pudiendo conllevar dolores de cabeza, cuello, oído y de los músculos faciales», añade.

Cualquier persona puede padecer bruxismo. «Su incidencia está asociada principalmente al estrés y a las alteraciones del sueño o parasomnias, combinado habitualmente con problemas de una mala posición dental y/o problemas de articulación. Puede haber también un componente hereditario que predisponga a la parafunción, por lo que se pueden ver familias de bruxómanos», puntualiza Raya. La doctora apunta también que «personalidades con carácter de impaciencia, competitividad, una manera explosiva de hablar, movimientos exagerados, hostilidad e irritabilidad y sensibilidad al fracaso también se relacionan con el bruxismo».

A MÁS ESTRÉS, MÁS INCIDENCIA / Según datos del Hospital Dental Ruber de Madrid, que ha realizado estudios sobre bruxismo, entre el 10% y el 20% de la población está afectada por esta patología bucal. Un porcentaje que, según la odontóloga Sandra Raya, «seguramente haya aumentado bastante con la inquietud y el estrés de la población derivada de la crisis». «A la clínica acuden muchos pacientes que, en mayor o menor grado, aprietan los dientes, aunque la mayoría no son conscientes de ello», explica. «Fue la dentista la que me hizo darme cuenta de que me levantaba con la musculatura contracturada en épocas de más estrés», recuerda Núria Osorio, que desde hace seis años duerme con una férula de descarga.

IMPEDIR EL CONTACTO / Para evitar el roce continuo de los dientes y su consecuente desgaste, el tratamiento del bruxismo aconseja el uso de una prótesis de material acrílico, de resina o plástico -férula- que el odontólogo ajusta para que la articulación adquiera una posición fisiológica de relajación. Se coloca normalmente sobre los dientes superiores y crea una superficie plana donde contactan los dientes inferiores de manera equilibrada. «Se usa de noche y, a veces, de día. El objetivo es que la mandíbula flote más de 23 horas y 40 minutos al día, es decir, que los dientes solo entren en contacto unos 20 minutos, explica Raya. «Puede realizarse una prueba de esfuerzo de la musculatura masticatoria para un diagnóstico preciso, aunque generalmente bastan los signos que ha dejado la parafunción, como el desgaste dental o el dolor musculofacial».