Nueva York seguirá bebiendo vasos gigantes de bebidas azucaradas

Un juez tumba el debatido veto impulsado por el alcalde a bebidas de más de 0,47 litros

Vasos de refresco de 32 onzas (0,94 litros) y 64 onzas (1,89 litros) mostrados en una conferencia de prensa en el Ayuntamiento de Nueva York.

Vasos de refresco de 32 onzas (0,94 litros) y 64 onzas (1,89 litros) mostrados en una conferencia de prensa en el Ayuntamiento de Nueva York. / periodico

IDOYA NOAIN / Nueva York

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La lucha del alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, contra la obesidad deberá seguir, al menos por ahora, un camino distinto a su propuesta para vetar la venta de bebidas azucaradas en vasos de más de 0,47 litros. Un juez ha invalidado este lunes la norma impulsada por Bloomberg que prohibía esa venta en la ciudad y que debía entrar en vigor el martes, aunque había un plazo de tres meses para adaptarse a su cumplimiento antes de empezar a pagar multas de 200 dólares (153 euros).

El magistrado Milton Tingling ha calificado la norma de "arbitraria y caprichosa", subrayando inconsistencias como que solo se fuera a aplicar a determinadas bebidas y no a otras "que tienen concentraciones significativamente mayores de azúcares, endulzantes y/o calorías". El juez del Supremo estatal cuestiona asimismo que solo fuera a afectar a algunos establecimientos como cines, estadios y restaurantes pero no a otros como los 7 Eleven y los famosos Delis.

La Administración municipal ha anunciado inmediatamente que recurrirá la decisión y el principal asesor del alcalde ha insistido en un comunicado en el convencimiento de que "el consejo de salud municipal tiene la autoridad legal y la responsabilidad de abordar" las causas de la obesidad.

Estudio de la obesidad por barrios

Durante el proceso judicial muchos han puesto en cuestión que ese panel nombrado por el alcalde pueda saltarse a todo el consejo municipal y aprobar por su cuenta normas sin que una ley las respalde. El propio magistrado, en su decisión, ha apuntado a que la autoridad de que se dotó al panel para aprobar regulaciones iba dirigida a luchar contra epidemias, no contra enfermedades crónicas. Interpretarlo de otro modo, asegura el juez, "limitaría solo a su propia imaginación su autoridad para definir, crear, obligar y aplicar" (normas) y "crearía un Leviatán administrativo".

Justo este lunes, Bloomberg había defendido el veto, se había mostrado optimista sobre su aplicación y sus efectos y había publicado un estudio que mostraba que nueve de los barrios con mayor índice de obesidad en Nueva York son también los barrios donde más bebidas azucaradas se consumían. En el otro extremo, los tres con índices de obesidad más bajos son donde se consumen menos bebidas de este tipo.

El frenazo al veto escribe el último capítulo por ahora en un debate intenso y sin visos de acabar aquí sobre hasta dónde llegan y deben llegar el poder del gobierno y la responsabilidad y las libertades individuales. Quienes más celebran son el lobi de la industria de refrescos, que organizó una campaña para poner a los ciudadanos contra el veto y recogió más de medio millón de firmas, y establecimientos que se iban a ver afectados, pero también quienes han criticado al alcalde por lo que consideran una intromisión en sus vidas y una intensificación del "estado niñera".