Del aula a la cabina de piloto de un avión

El Aeroclub Barcelona-Sabadell apuesta por la internacionalización y acoge cada vez más estudiantes extranjeros

Una de las avionetas que utilizan los alumnos de la escuela de formación del Aeroclub Barcelona-Sabadell

Una de las avionetas que utilizan los alumnos de la escuela de formación del Aeroclub Barcelona-Sabadell / periodico

ACN / Sabadell

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Llegar a pilotar un avión de una compañía aérea no es fácil. Los once alumnos que este año están cursando los estudios para ser piloto profesional en la escuela del Aeroclub Barcelona-Sabadell lo saben pero quieren conseguir su “sueño”. Aunque el Aeroclub se había dedicado históricamente a la formación de pilotos privados, hace unos cinco años y después que la escuela Top Fly cerrara, el Aeroclub hizo una apuesta por la profesionalización e inició la formación para pilotos comerciales.

En mayo de 2011 la escuela Top Fly, con sede en el Aeropuerto de Sabadell, cerró dejando a decenas de alumnos colgados. Víctor Nebra era uno de esos alumnos ya hora hace un año retomó “desde cero” los estudios teóricos para conseguir su “sueño” de ser piloto profesional. Reconoce que el camino no ha sido fácil, ya que había pagado el curso a la otra escuela por avanzado y perdió el dinero. Además, solo había podido completar la parte teórica, pero le caducó por no finalizar la parte práctica.

El responsable de formación de la escuela, Lluís Badia, explica que el Aeroclub había formado históricamente pilotos privados, que tienen la aviación por ocio, pero cuando pasaron los hechos de Top Fly tuvieron la “oportunidad” de ofrecer una opción a los alumnos que habían quedado colgados. Añade que se abrió “un vacío” en Sabadell y que el Aeroclub “tenía la infraestructura, la capacidad humana y organizativa y las aeronaves”. “La escuela podía hacer muchas más cosas de las que estaba haciendo”, apunta. Ara está formando a la séptima promoción.

Actualmente, la escuela está formando entre 50 y 60 alumnos al año, entre cursos de piloto privado y profesional. Badia reconoce que la crisis no ayuda porque “no todo el mundo se puede permitir un curso así”, que tiene un coste de unos 52.000 euros con 200 horas de vuelo y 750 teóricas. Por ello, la escuela está haciendo una apuesta por la internacionalización.

En este curso hay alumnos de Alemania, Qatar, Rusia y Libia, además de los autóctonos. Un punto a favor del aeropuerto es la climatología, ya que en otras zonas de Europa los aeropuertos tienen que cerrar en invierno por las condiciones meteorológicas, y reconoce que la ‘marca Barcelona’ también es un reclamo.

Por otro lado, asegura que, a pesar de la situación económica, los alumnos encuentran salida y ya tienen pilotos formados en la escuela que trabajan en compañías aéreas. Aún así, Badia reconoce que el mercado nacional es más restringido y que donde hay más oportunidades es en el extranjero, especialmente en países emergentes donde la aviación está poco desarrollada y donde hay mucha demanda de pilotos profesionales.

Una vocación muy masculina

Badia explica que el perfil de estudiante es el de un chico joven y apunta que este es un mundo “bastante masculino”. Asegura que cada vez hay más chicas que se interesan por la aviación profesional pero que aún así siguen siendo una minoría.

Por otro lado, para cursar los estudios de piloto no hace falta tener estudios superiores sino que están regulados de una manera diferente a través del Ministerio de Fomento. Además, el Aeroclub Barcelona-Sabadell hace una prueba de admisión para comprobar que se tienen estudios mínimos de física, matemáticas o inglés, un idioma indispensable para dedicarse a la aviación profesional.

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