María Rodríguez, de ocio a negocio

María ha pasado media vida trabajando de administrativa y esperando a que fuera la hora de acabar para ir al gimnasio a hacer algo que le apasionaba. Ahora no le hace falta, porque ha hecho de su afición su profesión.

Reinventados. Maria Rodríguez. De administrativa a profesora de pilates

Reinventados. Maria Rodríguez. Tras 15 años ejerciendo de administrativa ahora ejerce de profesora de pilates. / periodico

MÒNICA TUDELA
BARCELONA

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Imaginen a María de pequeña. «Inquieta, movida», dice ella que era. Y con las cosas claras. «Cuando era una niña, si alguien me pedía 100 pesetas, yo se las daba, pero antes le hacía un papel a modo de recibo y le ponía un sello para hacer el documento oficial», dice. Que todo quede bien registrado. «Cuando explico esto caigo en la cuenta de que ser administrativa era algo innato en mí». Eso parece. María Rodríguez tiene 37 años, estudió FP2 de Administrativo y ha ejercido durante 15 años en distintos sectores. «El papeleo siempre me ha gustado, organizar, ordenar», confiesa.

Pero a María hay muchas más cosas que le gustan, entre ellas mover el cuerpo. «He sido administrativa, pero siempre me he visto capaz de hacer muchas otras cosas». Cuando anda se la ve despierta, con nervio. Se confirman, parece, sus recuerdos de infancia. «Admito que muchas veces estaba trabajando y tenía muchas ganas de que llegara la hora de salida para poder ir al gimnasio, que es donde me desahogo», cuenta.

A los 8 años empezó a practicar gimnasia rítmica, ya de más mayor se metió en el mundo de la gimnasia acrobática, y más tarde llegó el pilates. «Toda mi vida me ha acompañado la gimnasia. Ha sido una válvula de escape para mí», cuenta. «Hace unos tres años me surgió la oportunidad de dar clases de acrobacia, pero, pese a llevar practicando mucho tiempo, no tenía ningún título y ejercer era muy difícil porque en todas partes hay mucha titulitis». Así que, asesorada por amigos entrenadores y con la intención de agenciarse un título, decidió prepararse para el certificado internacional de Peak Pilates. «Son tres niveles. Yo ya tengo dos y voy a por el tercero».

Su plan de transformación va viento en popa y ahora ya consigue combinar su trabajo por horas como informadora de visitantes en la Casa Museu Gaudí con el de profesora instructora de pilates en el centro Shen Corpore de Barcelona y en Body Gym de Badalona, ciudad en la que vive. «Me estoy haciendo una clientela fiel y quiero dedicarme a esto al cien por cien». A la larga, el objetivo de María es montar su propio centro. «Con la formación administrativa que tengo, podría montar un buen negocio», dice.

Así que si su plan funciona, acabará dejando de lado su profesión de toda la vida. «Ahora lo que hago de administrativa es mínimo, para subsistir. Nunca renegaré de esa profesión, pero estoy quemada de haberla ejercido tanto tiempo. Estoy cansada de ser un número y de enviar currículos», dice. «La situación económica lo ha puesto más difícil para trabajar de lo que he hecho siempre. La crisis y la dificultad para encontrar trabajo me han empujado a hacer un cambio de vida que yo ya llevaba dentro desde hacía tiempo». María cree, además, que con el pilates puede ayudar a la gente, algo que le gusta. «Es una gimnasia que se puede practicar toda la vida, despierta el cuerpo y la voluntad de las personas de mejorar», asevera.

«Cambiar es algo que he hecho más veces. Antes, si en un trabajo no podía crecer o me cortaban las alas, volaba, me iba», explica. Esta vez el cambio ha sido máximo. Algunos dirían que su decisión de hacer de su afición su trabajo ha sido arriesgada. Otros, que ha sido valiente. Sea como sea, a ella se la ve encantada de la vida con el cambio y feliz de ir a trabajar cada díacon ropa deportiva y su mochila a la espalda.

«Últimamente no es fácil dar un vuelco a la vida de uno, pero yo diría a todo el mundo que tenga necesidad de hacer un cambio que lo haga. Que uno tiene que hacer lo que cree que será mejor para él. ¿Por qué no probar? Hay que tirar adelante con la crisis y con todo».