¿Primero los de casa?

AYRIN ISLAM

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A raíz de la crisis, se están imponiendo en España nuevas reglas de juego entre los inmigrantes, la población autóctona, el mercado de trabajo y las políticas sociales. Lo cierto es que, cuando las cosas iban bien, los extranjeros eran bienvenidos para trabajar en los sectores que los españoles descartaban, como la agricultura, la construcción y el servicio doméstico. En este sentido, los extranjeros contribuyeron claramente al crecimiento de la economía española, con lo que se incrementó también el tamaño del mercado de bienes y servicios. Esto fue posible porque antes de la crisis existía cierta tolerancia al empleo sumergido de los inmigrantes irregulares, debido a la insuficiencia de la mano de obra española para trabajar en empleos mal remunerados.

Ahora, con la recesión, parece que los inmigrantes ya no sirvan ni sean útiles para la economía. La misma salvación se ha convertido en un problema, y los inmigrantes estorban a la economía y a la sociedad. Después de haberles sacado todo el provecho se los ataca como causantes de la desgracia económica, y se los castiga con la discriminación y la marginación social.

Esta discriminación va en aumento: el auge de ideologías y partidos de extrema derecha con una clara tendencia xenófoba es hoy patente en muchos países de Europa. Hay varios ejemplos, como el del Frente Nacional de Marine Le Pen, en Francia, que se perfila ya como la segunda fuerza política en el país para los próximos comicios europeos. También Grecia constituye el paradigma de los partidos neonazis en la Unión Europea, con el partido Amanecer Dorado, que actualmente se erige como la tercera fuerza política del país. Este partido ha multiplicado por 18 su número de votantes en solo tres años gracias a la distribución de alimentos y la prestación de ayudas y atención sanitaria exclusivamente a los ciudadanos griegos. La representación de este tipo de partidos en Europa ha aumentado asimismo en otros países como Noruega, Letonia, Austria, Chipre, Bulgaria, Croacia, Finlandia, Dinamarca, Italia, Suiza y el Reino Unido.

Algo similar ocurre en España, concretamente en Valencia, con el reparto de alimentos solo para españoles en paro el pasado 29 de marzo en el barrio de Orriols. Este reparto claramente discriminatorio fue organizado por la oenégé Hogar Patriota María Luisa Navarro, vinculada al partido España 2000. Dicha formación política está siguiendo las pautas de Amanecer Dorado al prestar ayuda solo a españoles para ganar más adeptos. Conviene no olvidar tampoco a Plataforma per Catalunya (PxC), que en las elecciones generales de 2011 obtuvo el apoyo de 59 000 electores pese a los discursos racistas, antimusulmanes y populistas de Josep Anglada. Este tipo de partidos e iniciativas no hacen más que incentivar el odio entre la población, ya que defienden el racismo, la xenofobia y la discriminación como solución a la crisis.

Actualmente, muchos españoles han emigrado y están emigrando para encontrar trabajo. Surge entonces la pregunta de si a los partidarios de la ultraderecha les parecería bien que a los españoles los discriminaran en los países a los que llegan. ¿Cómo se sentiría un español al ver que le niegan las ayudas, la sanidad y el trabajo solo por ser extranjero?

No olvidemos que, antes que ciudadanos de un país, somos humanos y personas dignas e iguales. Discriminar a alguien por su origen étnico o por su lugar de procedencia, y negarle por ello la satisfacción de necesidades básicas como la alimentación y la sanidad, es inhumano. La solución al paro no consiste en expulsar a los no autóctonos. Es necesario buscar alternativas, solucionar el problema de raíz y acabar con el hambre y la miseria en el Tercer Mundo (por mucho que a la elite económica no le interese). Podrían endurecerse las políticas de inmigración europea como se hace en algunos países como Australia, sin que eso se traduzca en colocar cuchillas o trampas mortales en las vallas fronterizas. Porque, ante todo, hay que tener presentes los derechos humanos, la tolerancia y el respeto hacia todas las personas independientemente de su origen.