Contrato de prácticas

LAURA BERBEL

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Acabas la carrera, o estás a punto de terminarla. Te planteas la idea de iniciarte en el mundo laboral de lo que has estudiado. Envías algún currículum sin demasiado éxito, por no decir ninguno. Vale, todos sabemos que “la cosa está mal”, pero no deja de resultar un poco frustrante. Te empiezas a informar, decides preguntar a conocidos de la facultad cómo les ha ido al terminar la carrera. Algunos te cuentan que, cansados de buscar trabajo, decidieron seguir estudiando, ya sea un máster o similares. Otros sí que trabajan, pero en empleos sin ninguna relación con sus estudios; de hecho, no necesitan esa preparación para el trabajo que desempeñan, y se sienten algo decepcionados: "Sigo buscando de lo mío, pero de momento no sale nada y continúo aquí”, dicen. Y los sueldos no son para tirar cohetes, por supuesto.

Las gran mayoría de las personas que conozco que desempeñan trabajos relacionados directamente con sus estudios tienen un contrato de prácticas o de becario. No hace mucho, por ejemplo, supe de la situación de una compañera de la facultad que estaba muy contenta porque acababa de terminar la carrera y ya tenía “trabajo” gracias a que había podido firmar un convenio de prácticas con la universidad y la empresa, y más contenta aún porque le pagaban un sueldo —que no le llega ni para ser mileurista— por ocho horas diarias. ¿A qué situación hemos tenido que llegar para que un recién licenciado, que ha pasado más de cuatro años entre libros queriéndose labrar un futuro digno, se alegre, y mucho, de tener un empleo tan precario?

En España, esta práctica está muy extendida. Sin ir más lejos, algunos de los integrantes de este blog han trabajado con este tipo de contrato. El del becario a menudo se podría describir como un trabajo con pocas responsabilidades en el que se cobra bastante poco; sin embargo, no por eso trabaja menos. Muchas veces estos contratos son tan abusivos que sus "beneficiarios" trabajan prácticamente tanto como otro empleado más de la empresa; eso sí, cobrando mucho menos. A veces incluso les dan la esperanza, no muy clara, de un futuro contrato fijo. Es obvio que para las empresas la jugada es ideal.

El problema es que a menudo (aunque no siempre) se cometen graves abusos, especialmente en España, como demostraron los resultados de una encuesta publicada por la Comisión Europea, y la consecuente advertencia por parte de dicha organización, en los que se reflejaba la precariedad de estas condiciones laborales.

Aunque sin duda lo peor de todo es la dinámica a la que nos ha arrastrado esta situación. Porque ¿qué ocurre si te ofrecen un contrato de prácticas de seis meses, a una hora de transporte de tu domicilio, por ocho horas al día sin cobrar remuneración alguna? Que si tú lo rechazas, alguien lo aceptará. Como ocurre con otras muchas prácticas abusivas, todo terminaría si nadie las tolerase.

En cambio, lo que más se oye decir es: “Ahora, si quieres entrar en el mundo laboral, es así, con un contrato miserable de prácticas y hasta que te quieran hacer fijo”. ¿Cómo hemos podido llegar a encontrar normal trabajar un número considerable de horas en unas condiciones tan precarias?

http://reaccione.wordpress.com/