ENTREVISTA

Javier Solana: "Hubiera sido mejor no poner límites a la intervención en Libia"

Con la perspectiva de haber ocupado durante 15 años ocupó cargos de máximo nivel internacional, Javier Solana repasa la situación en el mundo árabe desde el inicio de las revueltas en Túnez y Egipto. Pese a la sangrienta represión en Siria y al estancamiento de la guerra en Libia, no da por muerta esta llamada primavera. Considera que solo está empezando y que ya nada será igual en esta parte del mundo.

El exjefe de la diplomacia europea sostiene que el régimen de Siria está abocado a desaparecer

Javier Solana, en Cornellà.

Javier Solana, en Cornellà. / periodico

MARTA LÓPEZ / Cornellà

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Nacido en Madrid en 1942, durante 15 años ocupó cargos de máximo nivel internacional. Fue secretario general de la OTAN entre 1995 y 1999 y alto representante de política exterior y de seguridad europea entre 1999 y el 2009. Antes había ocupado varias carteras ministeriales en España. Exteriores, la última.

El Mundo hoy fue el título de la conferencia que pronunció el viernes Javier Solana en el foro Cornellà Creació. Un mundo convulsionado por la crisis e incierto por el curso de las revueltas árabes

-El año empezó lleno de esperanza para el mundo, con las revoluciones en Egipto y Túnez. Pero ahora, con la guerra en Libia estancada y la brutal represión en Siria, ¿ha acabado ya la primavera árabe?

-No. La primavera árabe está empezando. Si nos pusiéramos en el primer día del año, tendríamos una situación en la que el presidente Mubarak estaría gobernando Egipto, el presidente Ben Alí estaría gobernando Túnez, Bin Laden estaría vivo y Japón seguiría siendo una de las potencias tecnológicas más fuertes, más potentes. Pero han pasado, cinco, seis meses y la situación es muy distinta. Seguimos viviendo en un mundo muy incierto pero nadie esperaba lo que iba a ocurrir a principios de este año. Ha habido un cambio fundamental en países muy importantes: Egipto, Líbano, Siria, Libia. Algunos todavía no han acabado de resolver todos los problemas y todavía continúan las muertes violentas. Pero no me cabe la menor duda de que ya nada será igual en esta parte del mundo.

-Hace tres meses empezó la intervención internacional en Libia y la guerra está estancada. ¿Está fallando algo?

-Creemos que las guerras se empiezan y acaban en operaciones militares en 24 horas. Eso no es así. Desgraciadamente. La decisión difícil es empezar. No tengo dudas de que acabará y se terminará de tal manera que la Libia de mañana será distinta de la Libia de ayer.

-En este caso la decisión de ir a la guerra fue rápida. ¿Demasiado?

-Fue un caso muy particular. Fue la primera vez que una resolución del Consejo de Seguridad utilizó un concepto que nunca se había utilizado: el derecho a proteger. Es un concepto que se aprobó con Kofi Annan como secretario general y no se pudo aplicar nunca. Siempre había alguien que lo vetaba. Es la primera vez que se ha adoptado ese concepto y ha sido aceptado por todos y no solo en la ONU. También en la Liga Árabe. Y en la Unión Africana. La legitimidad para esa acción era la más amplia que yo he visto nunca en operaciones de esta naturaleza. No podemos olvidar eso.

-¿Pero hay quien considera que la OTAN se está extralimitando en su mandato. ¿Se deben esas críticas a la falta de un objetivo claro?

-¿El objetivo es claro y los límites, también. El objetivo fue la defensa de los que podían ser atacados y el límite es que no se puede ocupar el país. La resolución no permite que una fuerza internacional ocupe el país y esa fue una limitación que la resolución impuso y que conforme la guerra avanza se ve que hubiera sido mejor no ponerla. Pero eso, a la vez, hizo posible el acuerdo.

-¿Cree que habrá otra resolución que permita la ocupación?

-No. Creo que la ocupación no se va a producir.

-El secretario general de la OTAN pide más medios para que la intervención tenga éxito. ¿Están mostrándose cicateros los países?

-No sé si cicateros, no creo. Nadie está poniendo dificultades para que la operación tenga éxito. Lo que si es verdad es que es una operación que los estadounidenses no encabezan. A través de la Alianza Atlántica, son los europeos los que están llevando el peso de la operación y ahora desde el punto de vista militar los países europeos tampoco están en su mejor momento. La crisis económica significa recortes en los presupuestos y las guerras hacen sufrir mucho a la gente, pero además son caras.

-¿Puede acabar la intervención con Gadafi en el poder o en una partición de facto de Libia?

-Es casi imposible que Gadafi pueda permanecer en el poder y la partición sería otra de las líneas rojas que no deberíamos aceptar.

-¿Si de proteger se trata, ¿por qué se interviene en Libia y no en Siria?

-Libia tiene una resolución unánime del Consejo de Seguridad. Sobre Siria ni siquiera se puede reunir el Consejo de Seguridad porque Rusia no quiere. Espero que al final pueda haber una resolución. Es la primera señal importante que se dará. Espero que se haga y a partir de ese momento, yo creo que el régimen de Siria está abocado a desaparecer.

-¿Una intervención en Siria?

-No la veo.

-¿Y cómo se presiona entonces a Asad?

-Es muy importante el papel de Turquía. Siria necesita a Turquía y Turquía necesita a Siria. La posición de Erdogan ha cambiado muy a favor de que se acabe esta matanza. La situación de Siria es muy distinta por su complejidad a la de Libia. Pero en cualquier caso lo que no se puede permitir es que un Gobierno, un Estado, un Ejército mate a la población civil con tanques.

­­­-Como buen conocedor del régimen sirio, ¿le ha sorprendido esta respuesta a las revueltas? La comunidad internacional quiso ver en Bashar el Asad a un reformista. Así lo dijeron Hillary Clinton y Trinidad Jiménez en marzo.

-No estaba pensado que Bashar el Asad fuera el presidente, sino su hermano, que murió en accidente de coche. Él era oftalmólogo, vivía en Londres. Yo lo conozco muy bien. Tuve muy buena relación con él al principio, cuando volvió al país. Fui, no diría consejero, pero sí amigo. Creía que podíamos construir una relación porque estaba muy perdido al principio. Lo que pasa es que en muy poquito tiempo la parte más dura del régimen, que es un régimen casi familiar, se hizo con el poder. Se cierran porque son minoría, una minoría que está gobernando un país.

-¿Cómo ve los procesos en Jordania y Marruecos?

-Jordania, Marruecos, Arabia Saudí. Baréin. Va a haber en Marruecos cambios constituciones, algunos importantes, y vamos hacia un régimen parlamentario con un rey. Hace poco tiempo, este era un cambio impensable. Todo esto ha pasado en seis meses, no en seis años. Jordania es un país pequeñito, sin recursos, con muchos palestinos y una monarquía que tiene que jugar con muchos equilibrios. La situación en Arabia Saudí es la más difícil. Arabia Saudí está muy enfadada con lo que está pasando. Está muy enfadada con Estados Unidos y con Europa. Cree que hemos traicionado a los líderes que habían sido leales con nosotros. No ha tolerado que se dejara caer a Mubarak. Arabia Saudí quiere a toda costa que esta situación no se expanda sobre todo a las monarquías. Le gustaría ver que hay una estabilidad superior en los regímenes monárquicos. Y quiere invitar a formar parte del Consejo General de los países del Golfo a Jordania y a Marruecos. Está tomando realmente una iniciativa en esa dirección. Trata de que las reformas en las monarquías no sean muy profundas.