Barcelona sin tópicos

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icoy36955503 etnologic170120173028 / RICARD CUGAT

CRISTINA SAVALL / BARCELONA

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Observar Barcelona cómo si la viéramos por primera vez. Sin referentes. Sin tópicos. Sin ideas preconcebidas, ni estereotipos turísticos. Este es el experimento de antropología social que propone 'Les cares de Barcelona', exposición que el Museu Etnològic inaugurará este domingo en su renovada cuarta planta, un privilegiado ventanal para contemplar esa misma ciudad desde la montaña de Montjuïc.

Un semáforo, la cruz verde iluminada de una farmacia, un taxímetro, la señal roja con la palabra 'Stop', la azul del carril bici, un carro de supermercado lleno de trastos, gafas de sol del 'top-manta', un grafiti de Xumet Negre y la mesa y sillas metálicas de las terrazas de bares de barrio son objetos expuestos, habituales en el paisaje cotidiano de los barceloneses pero sorprendentes para personas de culturas lejanas.

Se trata de repensar la ciudad, especialmente el espacio público. "No ha sido un encargo fácil. Corría el riesgo de montar una oficina sobre promoción turística de Barcelona, y nada más lejos del objetivo", expone Adrià Pujol, antropólogo y comisario de 'Les cares de Barcelona', que cuenta con una área dedicada a una antología de los 'souvenirs'.

Lo más curioso sale de los almacenes del propio museo, que albergan regalos que los visitantes de la Exposición Internacional de 1929 se llevaban como recuerdo: una muñeca azafata de congresos con uniforme verde, panderetas, abrecartas, ceniceros, carteras y pitilleras. Justo enfrente, cuelgan de un muro los 'souvenirs' que se venden hoy en las zonas más turísticas de Barcelona. No faltan gorras con el escudo del Barça, bufandas blancas del Real Madrid, 'caganers', sombreros mexicanos, castañuelas y tazas con el 'trencadís' de Gaudí.

Para Adrià, la familiaridad es una forma de desconocimiento. "El contacto continuo conlleva que no sepamos nada de la ciudad, ni de la Sagrada Família, ni del Museu Picasso ni del FC Barcelona. La idea es entrar en Barcelona pero con una mirada diferente, más abierta", relata el comisario, para quien la capital catalana está llena de códigos: "Desde el ruido al color amarillo y negro de sus taxis".

Y también de muchos mensajes escritos: "Analizamos la ciudad entendida como un texto, porque desde que salimos hasta que volvemos a casa hemos leído el equivalente a cinco páginas de un libro, cosas como lo que indica la etiqueta de una bebida, un anuncio de un tratamiento homeopático y el letrero de una panadería", enumera, en referencia a la colección de carteles sobre Barcelona que cuelgan de las paredes la exposición. "Es una pequeña arqueología de la marca Barcelona", define. Sorprenden el póster que en honor del Año Gaudí (el 2002) se editó con una foto de un cactus superpuesta en una torre de la Sagrada Família, y la imagen de la estatua de Colom con una piel de plátano para promocionar la campaña 'Jo estimo Barcelona, per això no embruto'.

Josep Fornés, director del Museu Etnològic, asegura que la exposición retrata una Barcelona cambiante y viva. "Se pueden ver vídeos donde 28 barceloneses [desde un sin techo a una universitaria china] explican cómo perciben la ciudad", resalta. Además de estas filmaciones, nada más entrar al recinto destaca un documento audiovisual que muestra las calles con los ojos de un recién llegado a quien le sorprende la gente, el ruido de las ruedas de las maletas, el pavimento, un columpio. Ni aparece ni un icono de los que identifican a Barcelona con su turística marca.