crisis en el gabinete

Zapatero da la voz del Gobierno a Blanco en el ocaso de la legislatura

PILAR SANTOS
MADRID

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José Luis Rodríguez Zapatero cumplió ayer con lo que había anunciado e hizo una remodelación de Gobierno «moderada», aunque incluyó entre los cambios ese factor sorpresa que tanto le gusta y emitió un mensaje claro: el Ejecutivo está preparado para la campaña electoral.

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Rubalcaba a sus tres cargos (vicepresidente primero, ministro del Interior y portavoz) para volcarse en la candidatura del PSOE obligaba a abrir una crisis de Gobierno que ha sido muy limitada, aunque aprovechada por el jefe del Ejecutivo para reajustar su Gabinete de cara a los próximos meses, que estarán marcados por las elecciones generales y las turbulencias en los mercados.

Todas las quinielas apuntaban a Ramon Jáuregui, pero contra todo pronóstico, y orgulloso de que la información no se filtrara a la prensa, Zapatero ha colocado como portavoz del Gobierno, como cara visible para los últimos meses que le quedan en la Moncloa, a José Blanco, ministro de Fomento, vicesecretario general del PSOE y también uno de sus principales apoyos en el 2000, cuando el actual jefe del Ejecutivo empezó a forjar su carrera política.

El segundo nombramiento, más previsible, ha supuesto aupar al secretario general de Seguridad, Antonio Camacho, a la jefatura del Ministerio del Interior. Estos reajustes le han permitido amortizar la vicepresidencia primera que ostentaba Rubalcaba y que ahora ocupará, de facto, Elena Salgado. La hasta ahora número tres del Gobierno y principal gestora de la crisis pasará a ser número dos y sustituirá al frente del Consejo de Ministros al jefe del Ejecutivo cuando este se encuentre de viaje. Manuel Chaves seguirá como vicepresidente (segundo, a partir de ahora) de Política Territorial.

BENEPLÁCITO DEL CANDIDATO / Estos cambios, consultados con Rubalcaba, según explicó Zapatero, conforman un Gobierno de continuidad y avalan la tesis de los que, en el PSOE y en el Ejecutivo, apuestan por un adelanto electoral a noviembre. Si el presidente hubiera querido coger impulso para agotar la legislatura y llegar hasta marzo, el alcance de los cambios habría sido mucho mayor. De hecho, ayer, Zapatero insistió en que el objetivo del Gobierno es cumplir las reformas pero evitó afirmar que se agotará la legislatura.

El presidente ha querido reforzar el perfil político del Gobierno cara a la campaña poniendo a un hombre de confianza como Blanco, que, además, se encargará de coordinar la labor del Ejecutivo con un ojo puesto en el PSOE, convirtiéndose en algo así como un vicepresidente político sin cartera. Si Rubalcaba era un «maniático de las formas», como dijo el viernes, y ha intentado esmerarse en la separación entre la acción del partido y el Gobierno, parece que no hay que esperar tanto de Blanco, con las elecciones a la vuelta de la esquina. Además, en esa conjugación entre hombre de partido y portavoz del Ejecutivo hay que tener en cuenta la buena relación que mantiene con Rubalcaba, al que durante estos meses ha ayudado a alcanzar la cima del PSOE haciendo campaña para que no hubiera primarias.

PASO POR ZARZUELA / En la última remodelación, en octubre, cuando eligió a Rubalcaba como vicepresidente y portavoz se extendió en los motivos. Buen comunicador, mejor coordinador, excelente gestor... Ayer, fue mucho más parco en su exposición, pero cuando se le preguntó el porqué del nombramiento de Blanco dio dos razones: «Conoce bien la acción global que el Gobierno está llevando adelante y tiene una confianza conmigo muy directa, muy trabada durante mucho tiempo y que facilita, sin duda alguna, la tarea de portavoz». Unos requisitos que, finalmente, se han convertido en obstáculos para Jáuregui, ministro de la Presidencia, con el que Zapatero no tiene una especial conexión. Respecto a Camacho, el número dos en Interior, el presidente destacó su contribución a los «éxitos» en la lucha contra ETA.

A las once de la mañana, Camacho, Salgado, Blanco y Chaves prometerán o jurarán sus nuevos cargos ante el Rey. Un par de horas más tarde Rubalcaba entregará la cartera de Interior a su sucesor.