NUEVA ETAPA EN EL GOBIERNO DEL PP

Volantazo hacia el centro

Mariano Rajoy, junto a la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, el sábado en un acto con empresarios en Roquetas de Mar (Almería).

Mariano Rajoy, junto a la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, el sábado en un acto con empresarios en Roquetas de Mar (Almería).

PATRICIA MARTÍN
MADRID

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Mariano Rajoy retiró la restrictiva reforma de la ley del aborto por motivos electorales, dado que las encuestas y el resultado de las últimas elecciones europeas indican que mientras el votante conservador en términos generales sigue siendo fiel al PP, el amplio espectro de electores de centro, a los que el presidente necesita si quiere revalidar su liderazgo, le ha dado la espalda. Los motivos del rechazo son variados, pero entre ellos se encuentra el impulso de proyectos legales, como el del aborto, de marcada ideología de derechas. La marcha atrás le costó la dimisión del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y tener que acometer a marchas forzadas la primera crisis de Gobierno de la legislatura. Pero la jugada, al contrario de lo que podría parecer en un principio, puede traerle más beneficios que disgustos.

De entrada porque, por sonoro que fuera el portazo del exministro y precipitado su relevo por Rafael Catalá, que no pudo tomar posesión hasta que el presidente y el Rey concluyeron los viajes en los que estaban inmersos a mediados de septiembre, el tsunami soberanista catalán tapó rápidamente la polémica y evitó que se analizara en exceso la torpe gestión que el jefe del Ejecutivo ha hecho, desde el comienzo de la legislatura, de un tema tan polémico como el aborto.

«EL BOMBERO» / Rajoy aprovechó además para poner al frente de un ministerio de Estado como el de Justicia a un técnico, que ha pasado por varios ministerios y cuenta con el visto bueno de la vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría. Catalá ha llegado a su puesto, en palabras de un diputado del PP, con «el gorro, el traje y la manguera de bombero» preparados para apagar los múltiples incendios creados por Gallardón. Según admiten voces del Ejecutivo y del PP, Rajoy no supo pararle a aquel los pies, pese a que su gestión contribuyó a acentuar la impopular imagen de que el Gobierno en muchas ocasiones legisla encerrado en una burbuja y sin acordar los cambios con los afectados y la oposición.

Y es que el exalcalde de Madrid, además de querer reconciliarse con el sector más conservador con su retrógrado proyecto antiaborto, pretendió dar un giro de 180 grados a la justicia y cambiar sus males endémicos. Pero en su empeño se enfrentó no solo a la oposición, sino también al influyente poder judicial, dominado por magistrados y fiscales simpatizantes del PP.

FIN DE LOS DEBATES ESTÉRILES / Frente a su «absoluta falta de mano izquierda», «prepotencia» y «aires de grandeza», según definen a Gallardón sus detractores, Catalá aporta un talante diferente. En una estrategia pactada con el núcleo duro del Gobierno, el nuevo ministro se ha comprometido a que, en el escaso año que queda de legislatura, se dejará de debates estériles y pondrá en marcha pocas leyes y pactadas. Al ministro no le duelen prendas en reconocer (y lo hizo incluso en la toma de posesión) que va a enterrar o suavizar algunas las medidas de su antecesor más rechazadas, como el tasazo judicial, que será revisado, o la cadena perpetua «revisable», que pese a ser una de las promesas estrella del PP, también parece que, por motivos electorales, quedará en un cajón.

De los grandes proyectos que el exministro dejó esbozados, Catalá solo apuesta por aprobar sin retoques importantes el traspaso del Registro Civil a los registradores. Una medida contestada, pero que si sale bien y Justicia logra que el servicio continúe siendo gratuito, puede contribuir a dar la vuelta a la pésima valoración de una institución que usan casi todos los españoles al menos una vez en su vida.

PARA MATO, LO CONFLICTIVO / Mientras tanto, la reforma parcial del aborto quedará en manos de Ana Mato, cuya imagen ha quedado completamente deteriorada con la crisis del ébola, con lo que poco más puede malograrse con el cambio que obligará a las menores a tener el consentimiento paterno para interrumpir sus embarazos por mucho ruido que hagan las feministas y la izquierda.

La disposición a tender la mano de Catalá encaja además con la estrategia puesta en marcha por Rajoy para acordar, antes de diciembre, un pacto anticorrupción. De lograrlo y si los sumarios de Bárcenas, Gürtel o los desmanes en las cajas de ahorros no sacan a la luz nuevos escándalos, Rajoy podrá vender como mérito suyo, a las puertas de las municipales y autonómicas de mayo, que servirán de trampolín para las generales de finales de año, el gran pacto de Estado.