LA LEGISLATURA FRUSTRADA

El nuevo escenario catalán acerca la repetición de elecciones también en España

Sánchez interviene en el Congreso ante Rajoy y Santamaría, el pasado mes de agosto.

Sánchez interviene en el Congreso ante Rajoy y Santamaría, el pasado mes de agosto. / periodico

JUAN RUIZ SIERRA / MADRID

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El veto definitivo de la CUP a Artur Mas como 'president' de la Generalitat tendrá importantes efectos en la política española. Por un lado, la negativa del partido anticapitalista a apoyar al candidato de Junts pel Sí, que en principio aboca a Catalunya a nuevos comicios el próximo mes de marzo, ha provocado alivio en el PP y el PSOE, que consideran que el proceso independentista queda ahora muy tocado. Pero al mismo tiempo populares y socialistas ven cómo sus posibilidades de llegar a la Moncloa, que ya se anticipaban escasas, se alejan a la luz del escenario catalán. La repetición de elecciones generales es ahora aún más probable.  

El presidente en funciones, Mariano Rajoy, ha defendido hasta ahora la presunta necesidad de una gran coalición, integrada por el PP, el PSOE y Ciudadanos, para “formar un Gobierno de amplio apoyo parlamentario que genere confianza, dentro y fuera de España, y que proporcione estabilidad y certidumbre a inversores y compatriotas”.  Bastaría con la abstención de los socialistas (y el voto a favor de los de Albert Rivera), algo que el partido de Rajoy decía no descartar del todo si se daban dos factores: la investidura de Mas, que agravaría el conflicto territorial, y las supuestas maniobras de la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, para que el PSOE colaborase en la investidura de Rajoy.

Los socialistas andaluces niegan con rotundidad que pretendieran la abstención en el Congreso para permitir la reelección del líder del PP, pero en cualquier caso el primer requisito tampoco se da: sin Mas como 'president' la posibilidad de una gran coalición se disipa.

LA CONDICIÓN PREVIA

Algo similar ocurre con la hoja de ruta que tenía diseñada el PSOE, que pasaba por lograr el apoyo de Podemos y la abstención de Ciudadanos. Su secretario general y candidato, Pedro Sánchez, que se encuentra en la cuerda floja, se vio obligado a aprobar, por la presión de los principales barones, un documento en el que exigía al partido de Pablo Iglesias que renunciara a su propuesta de un referéndum vinculante en Catalunya sobre la independencia antes de sentarse a negociar.

Este requisito hacía muy difícil el entendimiento, aún más cuando En Comú Podem, la coalición bajo la que se presentaba en Catalunya Podemos, junto a otras fuerzas, logró el pasado 20 de diciembre ser el partido más votado en la autonomía (12 diputados) tras una campaña cuya piedra angular fue el derecho a decidir. Aun así, y pese a que los principales líderes territoriales de su partido apostaban por la repetición de elecciones para concurrir con otro aspirante (las miradas se dirigen a Díaz), los colaboradores de Sánchez, contra viento y marea, confiaban en sellar un pacto con el partido de Iglesias.

“Antes estaba muy difícil, ahora parece imposible”, explica un dirigente socialista, que considera que Podemos no va a renunciar en ningún caso a la consulta a escasos meses de unos nuevos comicios en Catalunya. Así que lo más probable es que tras las catalanas de marzo vengan las generales, en mayo o abril.

Las percepciones de los socialistas tienen una fundamentación acertada. Los podemistas no están dispuestos a renunciar al referéndum para pactar con el PSOE y aunque oficialmente se niegan a pronunciar la expresión "línea roja", lo cierto es que en el partido hay un cierre de filas absoluto sobre la defensa del derecho a decidir. 

Podemos insite en que, si en 2012 el PSC fue capaz de apostar por la consulta, Pedro Sánchez puede asumir ese mismo postulado. Si no es así, las posibilidades de entendimiento serán nulas. Los de Iglesias no quieren que el foco se ponga sobre un respaldo maximalista al referéndum y tratan de marcar el acento en la emergencia social, pero a fin de cuentas, no pueden renunciar a él.