Análisis

Vamos camino del desastre

JOAQUIM COLL

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Hay que restar trascendencia histórica a la cita de ayer entreMasyRajoy.El fracaso del concierto económico estaba escrito. Ambos fueron con las cartas marcadas y sin margen de maniobra. Lo importante, pues, es dilucidar por qué razón el líder de CiU ha emprendido un camino que le conduce a convocar elecciones anticipadas. Empezaré recordando lo que en Catalunya muchos no quieren escuchar: que el anterior Govern, el del segundo tripartito, presidido porJosé Montilla,tan legítimo como el actual, acordó un nuevo modelo de financiación de carácter quinquenal, que finaliza en diciembre del 2013. Pese a que mejora sustancialmente las finanzas de la Generalitat, CiU lo combatió desde el primer minuto y votó en contra junto al PP en las Cortes. La exigencia de revisarlo antes de tiempo y de que Catalunya acceda al régimen foral, no parece muy razonable en el actual contexto económico. Menos aún cuando se reconoce abiertamente que el objetivo último de todo este proceso es separarse del resto de España. El incongruente «si no me lo das, me voy, pero si me lo das también me marcho», revela cuál es el verdadero propósito. El propioDuran Lleidafue muy gráfico cuando subrayó la contradicción que suponía pedir el pacto fiscal y reclamar al mismo tiempo la independencia. El democristiano acabó yendo a la famosa manifestación, lo que confirmaba que la estrategia rupturista se había impuesto del todo en la federación nacionalista.

Mascree que convocando elecciones ahora, convirtiéndolas en plebiscitarias entorno a la soberanía fiscal y el ejercicio al derecho a decidir, va a lograr una amplía mayoría, puede que absoluta. La suma que logre con las otras fuerzas soberanistas (ERC y SI), conduce inevitablemente a un choque de legitimidades entre la voluntad popular y el marco jurídico que emana de la Constitución. Si así fuese, se abriría una crisis de Estado, pues lo que se plantea no es una quimera, sino una revisión del pacto constituyente de 1978. Y ante este escenario, solo hay dos salidas. O el Estado, tras un largo y tortuoso proceso en el que todos perderíamos, finalmente se rompe. O, de esta crisis, sale reformado en un sentido federal, aceptando al mismo tiempo que es un Estado compuesto, con ciertas asimetrías.

Olvídense ya de la crisis, los recortes, la pobreza galopante, las alternativas a las políticas de derechas, o de la estafa mayúscula del capitalismo financiero. No habrá otro tema en adelante que la independencia.Mashabrá logrado que su gestión al frente de la Generalitat no sea evaluada, ni tampoco sus escándalos, como el del Palau. Ello gracias a la miopía de una parte de la izquierda social, sindical y política, acomplejada y subsidiaria frente al discurso nacionalista. Si los políticos no actúan ahora con sentido de Estado, iniciamos el camino del desastre.