El desafío soberanista

En la «urna del honor»

Mas homenajeará a los mártires de la caída de Barcelona en 1714 en el Fossar de les Moreres la víspera de la Diada El espacio es el 'santuario' del independentismo de rompe y rasga

Cartel de diseño 8 Miquel Calçada (izquierda), Homs y Corominas (derecha) ante el cartel de la Diada del diseñador Mario Eskenazi.

Cartel de diseño 8 Miquel Calçada (izquierda), Homs y Corominas (derecha) ante el cartel de la Diada del diseñador Mario Eskenazi.

X.B.
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Desde que Publio Cornelio Escipión Emiliano puso cerco a la desaparecida ciudad de Numancia (más o menos por donde ahora se levanta Soria) los sitios tienen un aire simbólico y romántico. El que sufrió Barcelona, en 1714, también. El epicentro de este simbolismo es el Fossar de les Moreres, en el barrio de la Ribera, a 100 metos del mercado del Born. El espacio que se levanta sobre lo que fue la fosa común del cementerio anexo a Santa Maria del Mar y donde se enterró a los últimos resistentes al cerco borbónico. El Fossar es donde los más antiguos independentistas, los que formaban ese 15% casi marginal hasta hace cuatro años, conmemoraban el Onze de Setembre. En ese lugar, al pie del pebetero que diseñó Albert Viaplana (se le conocen obras mejores) reza una inscripción contundente: Al Fossar de les Moreres no s'hi entierra cap traïdor; fins perdent nostres banderes, serà l'urna de l'honor. En ese lugar, Artur Mas rendirá tributo a los caídos «por las libertades catalanas» (como reza una placa), el próximo 10 de septiembre.

Será la primera vez que un president en ejercicio acuda de manera oficial. Irá acompañado de la presidenta del Parlament, Núria de Gispert. Como antecedente cuenta el acto que protagonizó en el 2005 el ya expresident Jordi Pujol. Ese día, Pujol acusó a ERC (eran tiempos del debate estatutario) de «no saber mantenerse firme en sus convicciones».

Que nadie dude de que la carga simbólica del acto ha sido percibida por el Govern y el Parlament. El propio portavoz del Ejecutivo, Francesc Homs, aludió ayer a la inscripción sita en el Fossar durante la comparecencia para dar cuenta de los actos de la Diada este año . Y el vicepresidente de la Cámara catalana, Lluís Corominas, reclamó una jornada «reivindicativa». El Onze de Setembre del 300º aniversario de la caída de Barcelona , a 59 días de la fecha de la eventual consulta.

Mártir por la causa

No es la primera vez que la palabra «traidor» aparece en el proceso hacia la consulta. Señalan las crónicas que, hace menos de un año, cuando los contrarios al referendo afirmaban que Mas se apearía finalmente del carro de la consulta, desde Convergència se solemnizaba que el president «pasaría antes  a la historia como un mártir que como un traidor».

En términos baloncestísticos, el Govern ha hecho un aclarado a la Via Catalana. Con el homenaje del Fossar y la realización de un acto matinal en la Ciutadella menos pomposo que el que venía siendo habitual -300 violoncelistas interpretarán una pieza creada ad hoc- no hay peligro de restar ningún foco a la gran movilización que se prevé por la tarde y que pretende formar una homérica V en Barcelona. El programa tampoco levanta ampollas en la oposición. Miquel Iceta, líder del PSC, afirmó que no ponía un pero a ningún acto y que su partido asistirá a aquellos abietos a los grupos parlamentarios.

Hay, por tanto, una clara intención de convertir esta jornada en algo especial. Y visceral. Una especie de última gran comunión antes de afrontar la batalla final, el 9-N. Sería lo lógico, si no fuera porque, desde hace un par de semanas, las voces -procedentes del mismo Ejecutivo catalán- que señalan que Artur Mas no llevará al extremo su desafío se hacen oír día sí y día también. Sin ir más lejos, la del conseller Santi Vila, ayer, justo en el mismo momento en que Homs desgranaba el programa de actos de la Diada. Y leía la inscripción que preside el Fossar de les Moreres.