Los protagonistas

Una noche con BB King

Alberto Fabra, un político hecho a sí mismo que destaca por su proximidad, no modificó sus planes pese al vértigo de los acontecimientos de la jornada

MAYKA NAVARRO
MADRID

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Alberto Fabra (Castellón, 1964) no cambió anoche sus planes y se fue con su esposa a ver tocar a BB King. A pesar de la emoción, el respeto y la responsabilidad que sentía tras haber sido escogido como nuevo presidente de la Comunidad Valenciana, este político hecho a sí mismo -ninguna relación de parentesco le une al todopoderoso presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra- y con una trayectoria sin sobresaltos no pareció sucumbir al vértigo de los acontecimientos.

Cuentan del hasta ahora alcalde de Castellón que es, por decirlo de alguna manera, el yerno que toda suegra querría tener. Y no solo por su apostura. «Gana mucho en las distancias cortas, porque es una persona muy próxima y cariñosa», relata un periodista que le conoce bien.

Arquitecto técnico, Fabra entró en política en 1982 cuando se afilió a Nuevas Generaciones. En 1991 fue elegido concejal en el Ayuntamiento de Castellón y, desde entonces, no ha parado. Sin prisas, controlando los tiempos políticos, ha ido ascendiendo peldaños con la virtud de no haber dejado ni un cadáver en la cuneta, y de no tener enemigos, ni dentro, ni fuera de su partido. ¿Cómo lo ha conseguido? «Con la franqueza que le caracteriza. Está en política por vocación y se entrega», añade un amigo. Su resultado en las últimas municipales es un buen ejemplo de esa actitud. Arrasó con 16 concejales, dos más de los que tenía.

Fabra saluda a los vecinos por su nombre. No hay acto que se celebre en su ciudad al que no asista. Ni partido de fútbol en el que juegue su hijo al que no acuda para gritar como un forofo más desde la banda. Ese parece ser su secreto. Es un político de carne y hueso.