MIRADOR
Todo se cuece en Madrid
Donde Miquel Roca fracasó, Albert Rivera enfila hoy el camino del éxito
Xavier Bru de Sala
Escritor y periodista.
XAVIER BRU DE SALA
Tanto los que han desconectado de Madrid, como si ya hubiera dejado de ser la capital, como los que saben, a distancia, que se manda desde allí, experimentan dificultades de percepción sobre el peso y la importancia de la capital de España. En Madrid está el mercado de la política, los fogones, los comedores y los mejores comederos. Los medios de Madrid son los únicos con influencia en el conjunto de España. Madrid es la cabeza del pulpo con tentáculos extendidos sobre cada rincón de España. El escaso papel de las autonomías va a la baja, y así seguirá. Sobre todo en términos políticos, Barcelona es periférica. Todo lo que de veras afecta a España se cuece en Madrid.
Ante el éxito indudable de Ciudadanos en las elecciones andaluzas, conviene plantearse las ventajas y los inconvenientes, no tan solo de su origen catalán, sino de tener la sede, el bastión de votos y la residencia en Barcelona. Si alguien cree que el tema no es pertinente, y que basta la declaración de Albert Rivera sobre su españolidad para conjurar los posibles efectos adversos de operar desde la periferia, que siga leyendo.
Miquel Roca pretendía construir un partido bisagra, de centro liberal, con tres objetivos: ser imprescindible para gobernar España; incrementar la influencia de Barcelona en la vida política de Madrid y barrer para casa con la actualización del milagro de la multiplicación de los peces y los cestos. Ciudadanos se presenta con credenciales muy distintos: es el primer bastión de la españolidad en Catalunya; pretende ser imprescindible para gobernar desde una especie de centro reformista con manos limpias, y podría lograrlo, pero no a fin de incrementar la influencia de Barcelona sino la propia. Donde Roca fracasó, Rivera enfila el camino del éxito.
Pese a las incuestionables credenciales de españolidad anticatalanista, que han ayudado a poner una autopista subvencionada en el camino que Roca halló lleno de barreras que no se levantaban ni pagando, operar desde Barcelona es un hándicap para cualquier partido de ámbito español. Un hándicap grave que puede ser mortal a medio plazo. Por eso ayudan tanto a hacer crecer a Ciudadanos en Madrid, porque saben lo fácil que es tumbar de un soplo un árbol que no ha echado raíces.
Las perspectivas de Ciudadanos en las autonómicas de septiembre son inmejorables. Si no fallan las previsiones, el nuevo Parlament se compondrá de tres fuerzas que rondarán la treintena de diputados y el resto no pasará mucho de los 10, las que lleguen. A partir de ahí, Rivera y los suyos tendrán cuatro meses, solo cuatro meses, para trasladar la sede del partido a Madrid y operar desde allí como buenos españoles. Todo se cuece en Madrid. Es Madrid quien pone las etiquetas a los buenos. También quien se las quita.
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